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Reportaje:

Barenboim perfila a su alumno andaluz

El músico forma y enseña personalmente a Javier Perianes, el pianista de Huelva con quien abre los conciertos de la Orquesta Joven de Andalucía

Javier Martín-Arroyo

Discípulo y mentor se piropean sin disimulo. "La intimidación ante el maestro te dura cinco segundos. Hasta que su mirada te atraviesa, y su sonrisa te da aliento, tranquilidad para estimularte. Superas el inmenso respeto y surge un diálogo más distendido". El joven pianista Javier Perianes (Nerva, Huelva, 1978) elogia la virtud didáctica del virtuoso y anoche director de orquesta, Daniel Barenboim. Éste de inmediato devuelve la pelota y ensalza al discípulo andaluz: "Tiene un talento fuera de lo común, y hace tres años sentí que podía enseñarle parte del camino recorrido".

Ayer, esa trayectoria entre maestro y discípulo llegó a su punto álgido para interpretar Emperador, el Concierto número 5 para piano y orquesta de Beethoven, junto a la Sinfonía número 4, de Chaikowski. Perianes al teclado y Barenboim a la batuta con la Orquesta Joven de Andalucía (OJA) en la plaza de Toros de Marbella. "La mezcla de Beethoven y Barenboim es explosiva", definía para calentar Perianes. El director eligió Emperador "para que él desarrolle sus músculos intelectuales y pianísticos por completo", asegura Barenboim, que tiene casa en Marbella desde hace dos décadas, cuando aún residía en el pueblo su colega Arturo Rubinstein.

"¡Usted debe estar aquí por ambición!", le dijo el director en su primer encuentro

Viste polo veraniego, pelo cano luminoso y pantalones blancos. El contrapunto lo pone Perianes con un suave aire indie: camiseta roja, expresión concentrada y risueña con vaqueros. Dialogan sobre la arena, pero desde el final del tendido, siete trompetas bromean e interpretan las estruendosas notas del toque de clarines. En los ensayos, Barenboim gritaba con brío hacia las tripas de los chicos de la Orquesta Joven de Andalucía, mientras Perianes sonreía: "¡Parecéis una orquesta sueca! ¿Dónde están los andaluces? ¡No os veo!".

Hasta que Barenboim concediera audiencia al joven pianista en Pilas (Sevilla) en 2003 y éste triunfara después en el Carnegie Hall de Nueva York, Perianes se ha forjado un carácter sobre unos orígenes muy humildes. Su padre fue empleado de las minas de Riotinto y su madre ama de casa. "Una mujer con un talento y una sensibilidad fuera de lo normal, que estiraba el sueldo de casa entre sonatas y tratados de medicina", relata.

Luego estuvieron a su lado los profesores Ana Guijarro, Julia Hierro y Josep María Colom, que le enseñaron a cuidar el sonido, mantener el equilibrio del sentido musical que exige la élite de concertistas internacionales. Desde que se alzó con el Premio Jaén de Piano con sólo 22 años, los críticos han destacado su nobleza, sensibilidad e imaginación, su huida de los excesos retóricos, pero sobre todo su nobleza.

En la primera audición privada, Barenboim intentó desarmarlo y casi lo consigue. "¿Usted por qué quiere que yo le escuche?", le preguntó el maestro. "Hombre, para que me diga qué le parece mi nivel", respondió impresionado Perianes. "!Mentira!", saltó Barenboim. "Dígame que quiere que le escuche para tocar conmigo, dígame la verdad, porque usted debe estar aquí por ambición". Ese áspero y sincero diálogo fue el origen de una complicidad forjada tras interpretar a los grandes con una pasión desbordante y común.

"Gracias al empeño de Elena Angulo -encargada de la Joven Orquesta andaluza-, entre otros, el maestro me concedió una audición en 2003 e interpreté a Blasco de Nebra, Chopin y Beethoven... Me dijo que tenía toda la ropa, pero que no tenía la maleta todavía para salir de viaje", recuerda Perianes. El joven pianista repite sin rubor "el maestro" frente a Barenboim, que sentado atiende a su improvisado ejercicio de memoria. Tras ese primer encuentro vinieron otros por todo el mundo: Viena, Chicago, Berlín... Perianes solicitaba hueco a la secretaria de Barenboim y éste sacaba 27 horas al día para atenderle. "Era sencillamente pasmoso. Nunca dijo no, no puedo. En Berlín tenía cinco conciertos en cinco días y sacó tiempo para mí", cuenta Perianes. Del encuentro en Viena rescata el privilegio de poder digerir sus enseñanzas. "Entonces me acercó ideas técnicas, musicales y metafísicas sobre el Primer concierto de Brahms", recuerda. También relata su meritoria participación con el maestro en el proyecto en Chicago de Barenboim on Beethoven, la grabación de las 32 sonatas en vivo.

"Más que corregir un detalle, que los corrige de manera incisiva, te enseña la autopista pero el coche tienes que cogerlo tú", añade. Barenboim le interrumpe: "Javier tiene una flexibilidad especial, pero siempre he tratado de mostrarle cómo pensar por él mismo para que busque su propio sendero. Algunos otros jóvenes pianistas acuden a mí, pero el problema es que yo no enseño...", se excusa el maestro.

El premio Príncipe de Asturias de la Concordia afirmó sobre el conflicto entre el ejército israelí y las milicias de Hizbulá: "Tenemos que olvidarnos de una vez por todas de que haya la posibilidad de una solución militar, porque no la hay".

Daniel Barenboim, de pie, observa a Javier Perianes, al piano, ante los músicos de la Joven Orquesta de Andalucía en Marbella.
Daniel Barenboim, de pie, observa a Javier Perianes, al piano, ante los músicos de la Joven Orquesta de Andalucía en Marbella.JULIÁN ROJAS
Javier Perianes conversa con Barenboim.
Javier Perianes conversa con Barenboim.J. R.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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