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Entrevista:JULIÁN CASANOVA | Coordinador de la serie 'La guerra filmada'

"Tratamos de que el espectador valore por él mismo"

Rosario G. Gómez

El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza Julián Casanova (Valdealgorza, Teruel, 1956) ha coordinado la serie La guerra filmada, realizada en colaboración con la Filmoteca Nacional y estrenada ayer en La 2.

Su papel es el de mero introductor. Pese a la "asepsia y neutralidad" de los comentarios que dan paso a las imágenes, augura polémica. "Algunos documentales son muy bestias", dice, "y mucho más duros que las reconstrucciones históricas que se hacen actualmente".

Pregunta. ¿Qué aporta esta serie a la visión de la Guerra Civil?

Respuesta. Aporta diferentes visiones. Hay documentales rusos en los que se ve perfectamente la propaganda soviética, y documentales hispano-alemanes que son auténticamente nazis. Son imágenes plurales. Mucho más que las que se atribuían a las dos Españas, que parece que se reducían a fascismo o comunismo. Hay fascismo, democracia, anarquismo, visiones de las élites, las clases medias y las trabajadoras. Hay muchos datos sobre la internacionalización de la guerra, con entrevistas a presos italianos o alemanes, y documentales en inglés, alemán, francés, italiano, español y catalán. Por ejemplo, el entierro de Durruti, que está rodado en Barcelona y es una manifestación de masas impresionante, pertenece a un documental inglés.

"Los historiadores han tenido una relación ambigua con el documental y el cine. Creen que hay mucho de ficción y poco de realidad"
"La serie 'Memoria de España' silenciaba la represión y explicaba el franquismo desde el punto de vista del desarrollo y la modernización"

P. ¿Ha sido difícil rescatar las imágenes o estaban bien catalogadas en la Filmoteca?

R. Hay un montón de documentales. Para su selección hemos seguido los criterios de relevancia histórica, valor cinematográfico y conservación. Hemos intentado equilibrar. Al principio, los documentales se generaban sobre todo en el bando republicano. Barcelona, Valencia y Madrid, las tres ciudades con mayor tradición cinematográfica, estaban en zona republicana.

P. En el bando contrario serían obra de los alemanes.

R. Sí, pero también hay españoles que fueron a Alemania. Falangistas y gente de la cultura fascinados por la Alemania nazi. Los primeros documentales de la España franquista no son de los militares rebeldes, mientras que los últimos, en el preludio del NO-DO, está muy claro que interviene la concepción de la historia franquista.

P. ¿Hasta qué punto el NODO supo utilizar la imagen?

R. Los años treinta son un mundo de imágenes. Su impacto, después de la revolución rusa y de los fascismos, es un hecho. Pero los historiadores siempre han tenido una relación ambigua con el documental y con el cine. Creen que hay mucho de ficción y poco de verdad.

P. ¿Era necesaria esta serie?

R. Sí. Creo que no se ha hecho antes porque es ahora cuando hay una proyección social de la historia. En 1986, en el cincuentenario de la guerra, hubo congresos, libros, homenajes a las Brigadas Internacionales, pero los medios de comunicación estaban menos interesados. Ahora hay más demanda, sobre todo por la cantidad de gente embarcada en la recuperación de la memoria histórica. Paralelamente, la reacción del llamado "revisionismo" se produce porque nadie les había recordado que eran herederos de los verdugos.

P. ¿Su papel es el de un mero observador?

R. Sólo en la introducción de la serie dejo claro, y sin lugar a discusión, que la Guerra Civil salió de un golpe de Estado, y al final hago balance de la tragedia:

hubo 50.000 asesinados después de la guerra. La guerra no trajo la paz sino campos de concentración y torturas sistemáticas. En el resto, mi función es bastante técnica. Se reduce a ayudar al espectador a seguir los documentales.

He tratado de que valore por él mismo lo que está viendo. Quienes vean el documental sobre Franco y los nazis se van a cabrear mucho, igual que los que vean la quema de iglesias por los anarquistas.

P. ¿Cree que hay una tendencia a reescribir la historia?

R. Yo huía del modelo de Memoria de España, la serie que hizo García de Cortázar para TVE. Hay historiadores que conociendo la historia la falsean, la inventan y la manipulan. El papel del historiador es no callar nunca lo que no le gusta y no silenciar aquello que encuentra. A partir de ahí hay una cosa que se llama honradez intelectual. Evidentemente, la historia no es neutra. El historiador debe ver la realidad, tratar de reconstruirla. Pero la manipulación es algo muy actual y la guerra, un arma arrojadiza.

P. ¿Aquella serie ofreció una imagen distorsionada?

R. Creo que sí. Es la historia que contaba el PP. Silenciaba clarísimamente la represión y explicaba el franquismo desde el punto de vista del desarrollo y la modernización. Ahora, mucha gente que escribe sobre la Guerra Civil no tiene nada que ver con la investigación histórica. Son obras de tertulianos, periodistas, gentes mediáticas que en realidad buscan público mediante un marketing agresivo.

El historiador Julián Casanova.
El historiador Julián Casanova.BERNARDO PÉREZ

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