Vida de vanguardia

Adriano del Valle (Sevilla, 1895Madrid, 1957) fue poeta, prosista, articulista, traductor, pintor ocasional y autor de una considerable obra plástica en forma de collages. Y todo lo hizo entre el modernismo y la vanguardia, cerca y lejos del 27, dedicando buena parte de su vida a la animación de actividades culturales, entre las que destaca su papel como redactor jefe de la revista Grecia, en la que se forja la temeraria aventura del Ultraísmo. Fue, en todo caso, un poeta que llegó tarde a la Antología de Gerardo Diego de 1932 (su primer libro, Primavera portátil, es de 1934), pero que vivió ardientemente el momento histórico que le tocó vivir, en especial antes de la Guerra Civil, cuando su nombre era habitual en revistas como Cervantes, Mediodía o Ultra y prodigaba la amistad de Ramón Gómez de la Serna, Eugenio d'Ors o, durante los primeros años veinte, Fernando Pessoa. De él llegó a escribir Dámaso Alonso que "lo que le da voz propia es el juego, el ingenio, el abigarrado color incansable y, sobre todo, esa portentosa alacridad del estilo, ese léxico de increíble actividad química, donde la polivalencia de las palabras produce los más fecundos e inesperados contactos, los esguinces y quiebros más desconcertantes. Gran arte este de atormentar, de violentar el idioma, en trance de parto a cada palabra. Puede ser que, desde don Francisco de Quevedo, nadie haya salido tan aventajado en él como Adriano del Valle".

Adriano del Valle Hernández,

hijo del poeta, recoge en este amplio volumen ilustrado la numerosa documentación que ilustra la vida, la obra poética y plástica y los avatares literarios de su padre, firmando una biografía en primera persona, la única que puede escribir en rigor un hijo. Se trata, por ello, de una pieza más que ayudará a reconstruir el panorama de aquellos años inciertos, en los que numerosas figuras que hoy no forman parte del canon cobraron un protagonismo que se vuelve esencial para la correcta comprensión del periodo. Por las páginas de esta biografía asoman Lorca, Borges, Villalón o Cernuda junto a episodios íntimos en los que asistimos a la admiración y al amor irreprimible del hijo por el padre, consumando, al mismo tiempo, la historia interna y externa de Adriano del Valle, un escritor de su tiempo que es fiel testigo de una parte de la historia literaria de nuestra edad de plata.