Valentía y lucidez
Es posible que pronto llegue un síndrome de saturación alimentado de demasiados libros inútiles o redundantes sobre la guerra y la posguerra franquista, pero sería perfectamente idiota que ese síndrome sepultase libros como este de Antonio-Prometeo Moya (Montiel, Ciudad Real, 1949), autor de Retrato del fascista adolescente (Seix Barral, 1975) y traductor de escritores como John Fante, Martin Amis, George Orwell o Sue Grafton. No deberían perdérselo los curiosos, los aficionados, los historiadores y aun los articulistas que entran y salen de la guerra, la memoria histórica, la posguerra y el sursum corda. Es atrevido de varias maneras: la más obvia está en el propio planteamiento como estudio de historia oral de lo que de veras es una novela. Un profesor de treinta años mantiene varias conversaciones grabadas magnetofónicamente con Pilar Primo de Rivera a lo largo del mes de diciembre de 1990, apenas tres meses antes de la muerte de la fundadora de la Sección Femenina y hermana de José Antonio, y casi diez años después de que ella publicase sus memorias. Las ocasionales o muy raras fisuras en la verosimilitud de la lengua o los comentarios de la propia Pilar Primo no impiden el efecto de veracidad plena del conjunto porque el joven profesor está muy bien documentado, no tiene prisa, es hábil en su interrogatorio... y es piadoso con ella, consigo mismo, con su confesada tradición de izquierdas y con el pasado colectivo de España.
ÚLTIMAS CONVERSACIONES CON PILAR PRIMO / LOS MISTERIOS DE BARCELONA
Antonio-Prometeo Moya
Caballo de Troya
Madrid, 2006
349 y 311 páginas
11,90 euros cada uno
Porque ése es el asunto que
va cifrándose hasta la última y muy potente conversación, el último día, cuando toma la palabra el profesor, como suele hacer a menudo para precisar o discutir a la anciana Primo de Rivera; esta vez, al final, define mucho de lo que está cuajando con métodos historiográficos y ensayísticos la bibliografía reciente sobre todo aquello: la apuesta por una mirada que no exija credenciales previas de orden ideológico sino la comprensión humana, limpia, directa de la actividad real de las personas en uno u otro bando, en una u otra creencia. La valentía de sus planteamientos, cuando se hacen explícitos, radica en ser una voz que se atreve a comparar República y franquismo sin desmentir su filiación izquierdista, y que se atreve a reconocer, en un contexto histórico de hace más de medio siglo, el significado liberador que pudo haber en el ideario y la ejecutoria de la Sección Femenina. Planea en el libro constantemente la figura de José Antonio, por supuesto, y las diversas falanges que medraron o se hundieron manejando su memoria y sus textos, y planea también un intento lúcido y explícito como pocas veces de expresar el respeto por lo que fueron las creencias de unos jóvenes alimentados de ideales regeneracionistas y nacionalistas y convicciones autoritarias o totalitarias comunes en la Europa de los años treinta. Una vez más, la biografía real y documentada, la interna y la pública, la política y la ética, prestan lentes cruciales de análisis del pasado porque no saben sacudirse de encima (y Pilar Primo no sabe tampoco sacudirse de encima) sus contradicciones y errores, sus resignaciones y sus fantasías, incluso su impotencia o su docilidad interesada. No hay síndrome de Estocolmo alguno, como en la contraportada apunta el editor porque hay un empeño de comprensión y una búsqueda imaginativa y franca de solución de un problema que la tiene: el pasado integral es la única respuesta a la amputación maniquea y falsaria, y es la única garantía de ser justos, o lo más justos posible con quienes nos hicieron este presente.
A su lado, la otra novela del autor, publicada en la misma Caballo de Troya, es un entretenimiento divertido y bien hecho, entre gótico y fantasioso, y detectivesco y burlón (y seguramente llenísimo de intertextualidad con Mendoza, con Marsé, con Vázquez Montalbán), para tratar de una casa grande y misteriosa, herencias confusas e interpuestas, y dar solución a todo: en película podría ser una mezcla del Harry Potter y el por lo visto incombustible Indiana Jones.
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