_
_
_
_
_
Reportaje:

A bordo del tren de la muerte

Millones de viajeros vuelven a subir al ferrocarril de Bombay para ir a sus trabajos, convencidos de que ningún terrorista pondrá de rodillas a India

La normalidad se ha apoderado de Bombay (Mumbai, según el cambio de nombre aprobado en 1997) con el mismo vigor que la flora tropical lucha a brazo partido contra la construcción en esta urbe que el escritor Suketu Mehta etiquetó como Maximum City. El hormiguero humano vuelve a los trenes que 48 horas antes eran destrozados por bombas que acabaron con 200 vidas y dejaron casi 800 heridos.

"No hay alternativa, ¿qué podemos hacer?", reconoce estoicamente Sunil, que no llega a los 20 años, en uno de estos trenes mientras Arun Gupta, contable, no tiene dudas: "El terrorismo es global. Ha sido Al Qaeda". En Gupta no hace mella la doctrina oficial de que Al Qaeda no existe en India. "Al Qaeda no es una organización, es una filosofía y lo haya hecho quien lo haya hecho es el representante de ese grupo terrorista integrista", insiste.

Atestados de gente que llega a viajar en los techos y saliendo de la ciudad a la misma hora en la que la muerte lo hizo dos días antes, los habitantes de Bombay no dan muestra de aprensión. Puede ser fatalismo hinduista, simple sentido común o cierta familiaridad con un fenómeno terrorista que ha marcado varios hitos en los últimos 13 años, incluida otra serie de explosiones en 1993 que costó 200 vidas en atentados contra la Bolsa y otras instituciones financieras.

"Nadie podrá poner de rodillas a India" ha dicho el primer ministro, Manmohan Singh. Desde luego, no va a postrar a Bombay. Sólo en hospitales repartidos por toda la ciudad, con las tragedias familiares de rigor, se vivían las estremecedoras consecuencias de los atentados del martes.

En el magma urbano de 17 millones de seres, sumergido en la tórrida humedad del monzón, todo crujía como en un día cualquiera. Y los trenes recorrían en ambas direcciones, y a toda velocidad, la línea Oeste contra la que se lanzó un fallido ataque para paralizar el corazón económico y financiero de India, la ciudad que por sí sola aporta el 40% del impuesto de sociedades que recauda el Estado indio.

Los seis millones de viajeros que cada día toman los trenes se retrajeron el miércoles y quizá también ayer, pero si Arun Gupta aventura que puede haber caído un 20% la frecuentación, al extraño sólo le queda preguntarse dónde se mete ese 20% que falta en condiciones normales. En los trenes de ayer sonaba a burla un aviso: "No saque el cuerpo fuera del vagón. Es peligroso y puede ser fatal".

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

A la hora punta vespertina, los viajeros iban como sardinas en lata, sobresaliendo por puertas que son puras oquedades en vagones que no pasan de simples cajas metálicas sobre ruedas. La primera clase distinta de la segunda sólo por tener asientos de escay en vez de madera. Y vagones separados para hombres y mujeres en las horas punta.

"Rechazo, impotencia, frustración, ira... todo a la vez, es lo que se siente ante atentados como éstos", dice el contable al poco de subirse al tren en Churchgate, el edificio victoriano por fuera que es la principal estación de la ciudad. "Es como en Madrid, gente normal, trabajadora, a la que asesinan unos cobardes que ya habrán huido". En Madrid se hicieron de inmediato ofrendas en Atocha, pero en Churchgate ayer sólo había millones de prisas. Y en las estaciones afectadas por las explosiones, ni rastro de daños o chatarra.

Gupta no se enreda con las presunciones de autoría, ni con potenciales represalias de irredentistas islámicos por Cachemira. "En India somos más de mil millones y no van a hacer nada contra nosotros, a no ser que tiren bombas atómicas. No va a pasar nada porque maten a 200 o 300 personas. Las razones deben ser otras: venganza porque somos una economía fuerte, crear el caos, provocar emociones extremas, atraer la atención del mundo... Bin Laden dijo una vez que tras Estados Unidos e Israel, India era su tercer enemigo".

El contable, de confesión hindú, no cree que renunciar a la desgarrada Cachemira vaya a servir para aliviar las pasiones de los extremistas islámicos o del propio Pakistán. "Es un Estado fallido, con complejo de inferioridad desde su nacimiento", dice. "En los atentados se usó un explosivo plástico, RDX, que no es de fabricación casera. Alguien se lo tuvo que proporcionar a los cobardes. Pakistán".

Pasajeros a bordo de dos trenes de cercanías en plena hora punta, ayer en Bombay.
Pasajeros a bordo de dos trenes de cercanías en plena hora punta, ayer en Bombay.ASSOCIATED PRESS

La policía, sin pistas

La policía india investiga la autoría de los ataques del martes sin elementos de prueba sólidos, y sobre Bombay se cierne de nuevo el espectro de anteriores mortíferos ataques que nunca han permitido a los jueces condenar a los acusados. Las explosiones, además, han vuelto a poner en evidencia la frágil relación entre India y Pakistán.

Los agentes de policía se ganaron ayer una cierta burla por la redada de madrugada en una barriada musulmana, que llevó a cientos de personas a las comisarías y acabó por dejar en ellas sólo a una docena de detenidos para ulteriores pesquisas. Los arrestados lo fueron en una barriada demolida hace un par de años, que vio también entonces el desplazamiento de los vecinos. Con el tiempo, los emigrantes han vuelto y ahora viven en precarios campamentos dominados por el plástico y la miseria. "Han hecho una redada donde las hacían antes, pero sin mayor fundamento", apuntaba ayer una fuente conocedora del fenómeno.

Mucho más serio potencialmente es el nuevo desencuentro entre Nueva Delhi e Islamabad. El ministro paquistaní de Exteriores, Khurshid Mahmud Kasuri, negó ayer haber vinculado los atentados de Bombay con la situación en Cachemira, pero también dijo que India no puede echar siempre la culpa de lo malo a Pakistán. Nueva Delhi ha pedido de nuevo al vecino que desmantele las infraestructuras terroristas en Pakistán.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_