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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Supercristo superstar

Javier Ocaña

Tiran la toalla desde el principio. Comienza este nuevo Superman returns, con nuevos intérpretes, nuevo director, nuevos guionistas, nueva historia, y junto a los títulos de crédito iniciales suena la música de siempre, la inconfundible fanfarria creada por John Williams para la versión de Richard Donner, estrenada en 1978. Primera secuencia: paisaje extraterrestre; se oye la voz del que se supone que es el padre del superhéroe y se ve una especie de holograma de Marlon Brando, recuperado de la película de Donner, que recita unas cuantas frases desechadas en el montaje final de aquella cinta.

Dos señales de alarma que vienen a decir algo así como que la película que todo el mundo conoce, protagonizada en su día por Christopher Reeve, es insuperable; que les asusta crear una música nueva que desmerezca de la de Williams, y que no han encontrado una presencia tan magnética como la de Brando para interpretar al progenitor del planeta Krypton (se pensó en Anthony Hopkins para ese papel antes de tirar por la acera de en medio).

SUPERMAN RETURNS (EL REGRESO)

Dirección: Bryan Singer. Intérpretes: Brandon Routh, Kate Bosworth, Kevin Spacey, James Marsden, Parker Posey. Género: fantasía de acción. EE UU, 2006. Duración: 154 minutos.

Los productores de la película se curan en salud afirmando que no se trata de una nueva versión sino de una continuación (lo que es cierto, pues en la historia se da por supuesto que todo lo ocurrido en la película de 1978 es el pasado reciente), pero todo suena mucho más a operación comercial y mercadotecnica que a verdadero convencimiento.

Llegados a este punto, parece justo destacar que Superman returns es una lujosa producción de apabullantes efectos especiales, que dura dos horas y media y que casi en ningún momento se hace tediosa.

Bryan Singer, director del evento, autor de, entre otras, Sospechosos habituales (1995) y X-Men (2000), quizá consciente de que Superman es un cómic de poca trascendencia dramática más allá del puro entretenimiento (que no es poco), intenta dar realce a su historia de una forma tan insólita como legítima: convierte a su personaje en una especie de Jesucristo que muere y resucita para seguir salvando a la humanidad, a través no sólo de una trama que abunda en esos detalles vitales, sino también de una inconfundible iconografía religiosa.

Singer compone de esta forma una odisea de tono lírico, quizá un tanto relamida, en la que también aporta como novedad una especial saña en la ilustración de los momentos bajos del superhéroe. Como en el calvario de Jesucristo, Dios hecho hombre, Superman sufre un proceso de humanización que le lleva al dolor supremo, tanto físico como psíquico. No por casualidad el director utiliza en la parte final una frase como "el padre se convertirá en hijo" para explicar ciertos detalles de su trama. Si todo esto termina siendo una virtud, un defecto o ninguna de las dos cosas es materia opinable. A este crítico no le sobra esta visión religiosa del superhéroe, pero en lugar de incidir en una perspectiva tan discutible quizá hubiera sido mejor aunar esfuerzos en construir una película alejada del yugo de la versión de 1978.

Así, Brandon Routh es calcado a Reeve, incluida su sonrisa de aire honesto, y para mejorar la secuencia en la que el héroe paraba un tren, sólo se les ha ocurrido que ahora pare un avión.

Brandon Routh, en una imagen de <i>Superman returns (El regreso).</i>
Brandon Routh, en una imagen de Superman returns (El regreso).

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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