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Crítica:JAZZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gritos y susurros

Los unos a grito pelado, el otro susurrando, y el personal en medio sin saber con qué carta quedarse; si con los que recocieron el ya de por sí calentito Polideportivo de Mendizorrotza con un volumen de sonido similar al de un avión supersónico despegando o con quien hizo del teatro Principal un espacio para el recogimiento hasta resultar embarazoso el mero hecho de aplaudir. Si se le pide su opinión a quien esto firma, y para eso está uno, no hay duda: me quedo con el "silencioso" Vercher, primer joven valor en aparecer por el ciclo Jazz del Siglo XXI, quien confirmó todo lo confirmable y todavía fue un paso más allá.

Lo primero que sorprende en él es su tono tan jazzístico. Lo segundo, todo lo demás. Este valenciano residente en Estados Unidos tiene a su tierna edad -veintipocos- un proyecto musical propio sobre el que ha elaborado un discurso pausado y esquivo, minimalista, casi.

Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz

Javier Vercher y 'Noche Electrónica'. Javier Vercher Sexteto; Incognito, Medeski, Martin & Wood. Teatro Principal / Polideportivo de Mendizorrotza, Vitoria, 10 de julio.

Vercher habla desde el interior de la música; toca suave y con sustancia, y el saxo le sabe un poco a Coltrane y a Rollins, incluso a Gato Barbieri. Vercher cocina su música a fuego lento, será porque pertenece a la rara especie de músicos que, además de tocar, saben escuchar. Es un improvisador de ley, un virtuoso, y aunque parezca que avanza de puntillas, una vez que ha arrancado, la sensación es la de que podría seguir ad limitum.

En Vitoria tocó sólo temas propios, algunos tan peculiares como Euridice -una larga introducción que no conduce a ningún sitio- y Universal Folksong, para acabar de una vez para siempre con las "músicas del mundo".

Alto volumen

Los gritos vinieron con Incognito, multitudinaria agrupación pionera en la música de baile o acid jazz. Su muy ruidosa intervención tuvo la virtud de prescindir de toda coartada jazzística para poner al personal a bailar, que era de lo que se trataba. Les sucedieron los muy afamados Medeski, Martin & Wood, adaptación al jazz electrónico del power trio rockero.

A los neoyorquinos les vale todo, siempre y cuando esté marcado por la sonoridad sesentera/setentera. Empiezan en Jimi Hendrix y siguen por los Cream, Emerson, Lake & Palmer y la Mahavishnu Orchestra; con todo ello dan forma a un "pastiche" escasamente sutil y decididamente impúdico elaborado a la medida de un público que no está por sutilezas; están más cerca de la música de ascensor que del jazz y tocan con el volumen a tope.

Y no hay quien les pare: hasta interpretaron una versión psicodélica de What I'd say, de Ray Charles. Ya tienen delito, estos tres.

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