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Reportaje:La mayor trama de corrupción municipal

Fianzas de más de dos millones de euros

Los 30 detenidos en la segunda fase de la Operación Malaya elevan el 'caché' de los juzgados de Marbella

Javier Martín-Arroyo

Gruesos maletines, Jaguar, motos de gran cilindrada y abogados de prestigio y acreditada solvencia han subido el caché de los imputados en los juzgados de Marbella la semana pasada. Las escaleras que anteceden a la entrada de la sede judicial son habitualmente un escenario por el que transitan personas de nacionalidades lejanas, de razas muy diversas y jóvenes tatuados hasta las cejas. Ahora, con esta investigación judicial, el protagonista ha sido el dinero. El total de las fianzas impuestas por el juez Miguel Ángel Torres a los imputados que ha dejado en libertad, en la segunda fase de la Operación Malaya, arroja una cifra espectacular: 2.208.000 euros.

Las cuantías depositadas por los empresarios para eludir la prisión provocaron que el pasado sábado durmiera en el Juzgado número 5 de Marbella un millón de euros, antes de ser ingresado en los "depósitos judiciales", las cuentas bancarias del Estado.

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Las dos fases de la Operación Malaya están repletas de similitudes, pero también de ostentosas diferencias. Resulta llamativo el contraste entre las dificultades de algunos concejales para reunir las fianzas impuestas y la diligencia y rapidez con que los constructores aportaban cifras de vértigo, entre ellas 500.000 euros. El ex edil y tránsfuga socialista José Jaén, ahora encarcelado, tuvo incluso que pasar una noche en arresto hasta que consiguió reunir los 30.000 euros solicitados por el juez para eludir la prisión.

Otra diferencia llamativa es que los políticos acuden acompañados de un solo abogado, mientras que ciertos promotores acaudalados como Rafael Gómez, alias Sandokán, llegaban a los juzgados rodeados de una corte con equipo jurídico de hasta cuatro letrados. Las declaraciones de protagonistas de la troika GIL-PA-tránsfugas del PSOE que abrieron el turno de comparecencias en la primera fase, llegaron a prolongarse hasta más de tres y cuatro horas, pero sin embargo ahora algunos de los empresarios no superaron los 40 minutos. "El juez ya conoce bien la copla", comenta con sorna una fuente judicial.

El tirón del circo mediático ha decaído en esta segunda fase, y el número de cámaras de televisión apostadas a las puertas de los juzgados se ha reducido ostensiblemente. Las fieles palmeras que coparon las aceras para jalear a Marisol Yagüe e Isabel García Marcos han sido sustituidas por discretos seguidores y amigos de empresarios como Sandokán, al que acudió a apoyar desde Córdoba una veintena de personas que esperó pacientemente hasta las dos de la madrugada a su salida. Todos aplaudieron fervorosos el final de su comparecencia. "En el cielo, Jesucristo; en la Tierra, Sandokán", decía uno de sus fieles.

"A la gente le interesa las caras y el corazón, y los empresarios son demasiado discretos", reflexionaba un vecino. Sólo algunos de estos directivos, claro, porque otras caras que declararon ante el juez son celebridades provinciales de ciudades como Córdoba o Granada, como es el caso de José Ávila Rojas o Sandokán.

Las actuaciones del juez Torres causan asombro. Discreto y eficaz, la tónica de las prolongadísimas comparecencias de los imputados ha continuado desde el martes pasado: Jornadas de más de 15 horas en las que el juzgado ha empleado hasta tres secretarias judiciales, y muy pocos, entre ellos el fiscal y algunos agentes de la investigación, aguantan su ritmo. De muros para afuera, las guardias de los periodistas comenzaban tras ser trasladados los detenidos desde la comisaría provincial, alrededor de las diez de la mañana, y han acabado en torno a las cuatro de la madrugada. El único remanso de bromas ha sido el restaurante donde abogados y periodistas han aliviado tensiones y confidencias sobre el secreto de sumario impuesto.

Una decena de agentes ha custodiado los juzgados, con las sonoras quejas de los fotógrafos, al interponerse entre los detenidos y los objetivos. Al salir de los furgones policiales, las demacradas caras de los ex ediles no ocultaban las más de 72 horas en los calabozos, a pesar de que impecable imagen frente a los medios siempre fue una prioridad en la costa española reina del lifting.

Las reacciones de los marbellíes han ido desde los gritos a los susurros, pasando por la ocultación. Desde exaltados a moderados, pero todos curiosos. Esta semana, los periódicos han volado de los quioscos, y Marbella ha sido de nuevo centro de la atención mediática del país, con permiso del anuncio sobre ETA. Porque después de 15 años de gilismo, sus votantes, desengañados con los partidos tradicionales y que optaron por el populismo y las grandilocuentes promesas del fallecido Jesús Gil, están en franca retirada. Ya no está bien visto significarse como gilista, aunque siempre dependa del contexto social, porque lo cierto es que las encuestas más recientes siguen dando un margen de tres concejales a una candidatura independiente en la ciudad. La cifra de 21.971 votos, obtenida por una asombrosa coincidencia tanto en las elecciones de 1999 como en 2003, denota una inquebrantable lealtad.

"Ahora que te tengo delante, te digo ladrona a la cara", increpaba una vecina a la ex edil Carmen Revilla, que salió en libertad provisional tras depositar 30.000 euros. Casi todos los coches pitaban y gritaban "ladrones" al pasar frente a los juzgados, pero siempre con sorna resignada, porque los desmanes del equipo de gobierno descabezado siempre fueron el mayor secreto a voces de Marbella.

El constructor José Ávila Rojas (a la derecha) abandona los juzgados de Marbella tras quedar en libertad bajo fianza.
El constructor José Ávila Rojas (a la derecha) abandona los juzgados de Marbella tras quedar en libertad bajo fianza.EFE

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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