Un político precoz
Cuando tenía 12 años, a Felipe Calderón lo detuvo la policía. Le intervinieron propaganda del Partido Acción Nacional (PAN) y un cubo de engrudo casero. Eran los años setenta, etapa especialmente oscura y autoritaria del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Y su familia era una célula de resistencia. Su padre, Luis Calderón, profesor de secundaria, había fundado el PAN en 1939, junto a otros docentes e intelectuales de tendencia social-cristiana. Durante décadas, el partido fue la única voz opositora tolerada por el régimen priísta, lo que no les libró de fraudes y encarcelamientos.
Felipe recogió el testigo de esos pioneros luchadores por la democratización de México, en especial de su padre, al que define como un hombre "valiente y coherente con sus ideas". Tanto que renunció al PAN cuando consideró que se estaba desvirtuando su esencia humanista y comunitaria para convertirse, a causa de la "infiltración de los empresarios", en un "partido de clase". En el hijo confluyen ambas corrientes: la más tradicional (cívica y católica) y la moderna, pragmática y empresarial.
Los Calderón y sus cinco hijos vivían de forma modesta en Morelia, capital del empobrecido Estado de Michoacán. Cursó la carrera de Derecho y en 1999 hizo un alto en su actividad política para realizar una maestría de Administración Pública en Harvard.
De su biografía destaca la precocidad. A los 26 años fue elegido diputado local del Distrito Federal; a los 29, diputado federal; a los 31, secretario general del PAN, formación que presidiría a los 33 años. Bajo su coordinación, entre 1996 y 1999, el PAN experimentó un importante crecimiento al ganar tres Gobiernos estatales y 14 capitales regionales.
Por su capacidad negociadora, el presidente Vicente Fox le encargó la Secretaría (Ministerio) de Energía, para que afrontara la polémica reforma del sector. Pero ese talante de diálogo se conjuga con un enorme tesón y una gran ambición política. Impuso su candidatura presidencial contra la voluntad de Fox, ganó las elecciones internas, superó las trabas de algunos dirigentes panistas y levantó su campaña hasta llegar al empate técnico con un contrincante, López Obrador, que había preparado su candidatura electoral desde la alcaldía de la capital mexicana.
Sus ejes programáticos se resumen en la modernización económica y el compromiso social. Sus objetivos: un México con seguridad jurídica, una economía competitiva (liberada tanto de la dependencia de EE UU como de los monopolios) y la igualdad de oportunidades.
Sus críticos lo consideran un tecnócrata que no impacta en la gente. Lo que para ellos es falta de carisma, para sus allegados es un estilo reposado, alejado de la demagogia de su adversario. Está casado con la maestra Margarita Zavala y tiene tres hijos pequeños.
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