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Elecciones en México

México decide si gira a la izquierda

71 millones de votantes eligen hoy al presidente que dirigirá el rumbo de la transición política

Llegó el día. Después de una campaña interminable, 71,3 millones de mexicanos están convocados hoy a las urnas para elegir al presidente de la República de los próximos seis años. Muchos ciudadanos respiraron aliviados el jueves pasado al comprobar que se acabaron los insultos, los mensajes alarmistas y los golpes bajos de la propaganda política que durante seis meses llegó hasta el último rincón del país. Ha sido una campaña agresiva y sucia, en la que los partidos y el Estado han gastado ingentes sumas de dinero en el uso sin límites de la radio y la televisión. Y, sin embargo, buena parte del electorado sigue tan confundido como antes, a juzgar por los millones de indecisos que señalan las encuestas.

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Cinco son los candidatos, pero sólo dos, a tenor de los sondeos, tienen posibilidades de lograr la victoria, si no se produce un vuelco inesperado de lo que pronostican las encuestas. Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de izquierda, llega a la jornada electoral con una ligera ventaja sobre Felipe Calderón, del conservador Partido de Acción Nacional (PAN), en el Gobierno. El tercero en discordia, Roberto Madrazo, del histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI), no ha reducido la distancia que le separa de sus dos adversarios, a pesar de contar con la poderosa maquinaria del partido que gobernó México durante más de 70 años.

La trascendencia de estas elecciones adquiere dimensión internacional en un contexto de cambio político generalizado en América Latina. México tiene gran peso específico propio y es fronterizo con Estados Unidos. Ninguna elección del continente americano se sigue más atentamente en Washington. El sexenio del presidente Vicente Fox (PAN) puso fin al reinado del PRI e inició la transición hacia la democracia. Las instituciones han recuperado vigor, la libertad de prensa es una realidad, el presidente de la República dejó de ser un virrey y el país ha mantenido la estabilidad económica. Las elecciones se celebran, pues, en un marco interno bastante favorable, según reconocen los sectores financieros.

Queda, sin embargo, un camino inmenso por recorrer en el proceso de cambio augurado hace seis años. El desarrollo de algunos Estados del país y la fortaleza de determinados imperios económicos contrastan con la situación deplorable en que viven millones de mexicanos. La desigualdad será uno de los principales desafíos del próximo presidente. Ésta es, precisamente, la bandera que enarbola el candidato López Obrador y que le ha colocado en cabeza de las preferencias.

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Los electores deberán decidir entre un candidato que propone dar un giro de 180 grados en la forma y el fondo de gobernar e invita a los mexicanos a "hacer historia", y un candidato que ofrece continuidad en lo esencial y cambios sin sobresaltos.

La intensidad de la campaña y lo ajustada que se prevé la elección generó alguna duda de que el resultado fuera aceptado por todos, sobre todo cuando algún candidato advirtió de riesgos de fraude. La autoridad electoral, uno de los logros de la transición democrática, ha reiterado que la transparencia y limpieza de los comicios está garantizada. Si todo se desarrolla como está previsto, a las once de la noche (seis de la madrugada del lunes, hora peninsular española), el presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) anunciará al país quién será el próximo presidente de la República.

Hace seis años, a esa hora la máxima autoridad electoral comunicaba a los mexicanos que el candidato de la oposición había ganado. Era la primera vez en 72 años que el PRI perdía la presidencia. Todos aceptaron el resultado y la transición del Gobierno de Ernesto Zedillo al de Vicente Fox fue impecable. "Fue una noche sueca, según comentó Felipe González", recuerda Liébano Sáenz, entonces secretario particular del ex presidente Zedillo.

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