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Reportaje:MÚSICA

A la sombra del monasterio

Ha habido que esperar pero al fin la apertura del Auditorio de San Lorenzo de El Escorial es un hecho. La pregunta clave es cuál va a ser el modelo de gestión para su desarrollo a lo largo de la temporada regular, pero su realidad presente es que a partir del 3 de julio va a acoger la primera edición de un festival que, con un presupuesto artístico de tres millones de euros, quiere erigirse como de referencia y que en esta primera edición ha sido organizado, tan rápida como eficazmente, por el equipo de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Se trata de una propuesta de evidente interés pero que quizá deba centrarse en ediciones futuras en adquirir una personalidad propia, diferenciable de una oferta general en la que todo se parece demasiado entre sí.

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Dos salas y un pinsapo

Para la inauguración -con repetición el día 5- se ha contado nada menos que con Riccardo Muti, un peso pesado al que se le podrán poner pegas en sus dotes para el buen orden de un teatro -recuérdese la crisis de La Scala que desencadenó su dimisión como director musical del coliseo milanés-, pero cuya figura en el foso o en el escenario de una sala de conciertos es indiscutible. Viene al frente del Coro y la Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino, y con un par de excelentes solistas femeninas -la soprano Barbara Frittoli y la mezzo Sonia Ganassi- y otro masculino a priori menos bueno -el ya veterano bajo Ferruccio Furlanetto- negociará un programa Verdi integrado por fragmentos de sus óperas de tema español más el Stabat Mater y el Te Deum. Al día siguiente será el ya habitual entre nosotros, y con razón aclamadísimo, John Eliot Gardiner quien, con sus English Baroque Soloists y el Monteverdi Choir ofrecerá -en programa muy breve si no se añade otra cosa a lo anunciado- el Réquiem, de Mozart, en la hoy tan de moda edición de Robert Levin. Seguirá la que es hoy la mejor orquesta española, la Sinfónica de Galicia, a las órdenes de su titular, Víctor Pablo Pérez, para dos sesiones dedicadas -los días 13 y 15- a Mozart, Arriaga y Martín y Soler -efemérides mandan- en las que se contará con la presencia de dos pianistas madrileños que últimamente se prodigan poco: Enrique Pérez de Guzmán y Sylvia Torán. El día 18 llegará Concerto Italiano, un grupo que desde su creación por Rinaldo Alessadrini se ha convertido en referencia indiscutible en la interpretación de Monteverdi, del que dará, dirigido por su fundador, un programa titulado La notte e il giorno, la guerra e l'amore. El 25 de julio será la Orquesta de la Comunidad de Madrid -una formación en franco ascenso- la que propondrá un concierto dedicado a músicas de hoy basadas en otras pretéritas con obras de Berio, Marco, Casella y Cristóbal Halffter. Dirigirá el siempre sólido y cada vez más inspirado José Ramón Encinar.

En el capítulo de la ópera, empezaremos el día 19 con una versión de concierto del Siegfried wagneriano cuya realización escénica en la Ópera de Zúrich y en el Châtelet parisiense a cargo de Robert Wilson recibió severas críticas. El director musical será Christoph Eschenbach con la Orquesta de París -división de opiniones en la capital del Sena- y unos cuantos cantantes de garantía como John Fredric West, Volker Vogel, Qi Lin Zhang y Sergei Leiferkus. Pero la gran cita será los días 20, 22 y 24 con La flauta mágica, de Mozart. Estará en el foso la Orquesta Sinfónica de Londres, dirigida por el que ha sido su titular hasta esta temporada, Colin Davis.

No es, desde luego, la in

glesa una formación muy operística, pero su estado de forma es magnífico y habrá de notarse sin duda. La producción, en la que participará también el Coro de la Comunidad de Madrid, es la de Daniele Abbado para el Teatro Carlo Felice de Génova y el reparto ofrece nombres muy interesantes como Alfred Reiter, Niccola Uliveri o la española, afincada en Berlín, Sylvia Schwartz. Antes, la ópera contemporánea llegará en forma del estreno entre nosotros de Experimentum Mundi, de Giorgio Battistelli, a la que su autor sitúa en lo que él mismo llama musica immaginistica y cuyo contingente incluye dieciséis artesanos, cinco voces femeninas, percusionista y actor. Será los días 6 y 7 julio.

Con el ballet se ha apostado muy fuerte, pues los días 7, 8 y 9 de julio el londinense Royal Ballet Covent Garden -una extraordinaria formación- dará cuenta nada menos que de Romeo y Julieta, de Prokófiev, en la coreografía de Kenneth MacMillan. Entre sus primeros bailarines se encontrará la española Tamara Rojo, premio Príncipe de Asturias de las Artes.

Y no faltará la zarzuela con un espectáculo titulado Noche de verano en la verbena de la Paloma, producido por el Hebbel Theatre de Berlín y sobre la que se anuncia que "sus personajes conviven como en la 13 Rue del Percebe", lo que da que pensar. El montaje es de Marina Bollaín, la dirección musical de Miguel Roa y el elenco canoro -que incluye a José Antonio López, María José Suárez y Marina Pardo- resulta prometedor.

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