El escándalo en torno a Hirsi Alí fuerza la caída del Gobierno holandés
Los liberales abren la crisis por la retirada del pasaporte a la ex diputada
El Gobierno holandés de centro derecha cayó ayer después de que uno de sus socios, los liberales de izquierda (D66), dejara de apoyarle por la forma en que había sido gestionada la pérdida y posterior recuperación de su nacionalidad por parte de la ex diputada de origen somalí Ayaan Hirsi Alí. La dimisión llegó tras dos días de agrio debate parlamentario marcado por las críticas a la ministra de Inmigración, Rita Verdonk.
Ante su negativa a irse porque contaba con el apoyo del primer ministro, Jan Peter Balkenende, y de los otros socios en el poder, los liberales de derecha (VVD), los partidos de la oposición forzaron la salida de todo el Gabinete.
No está claro todavía si el actual Gobierno permanecerá en funciones hasta las próximas elecciones, previstas para mayo de 2007. Tal vez podrían convocarse en octubre, aunque ello depende de la conversación que hoy mantenga Balkenende con la reina Beatriz. Una cita ésta inesperada. Desde el punto de vista formal, la estabilidad del Ejecutivo no parecía peligrar. Como la moción de censura presentada la noche del miércoles por D66 contra la ministra Verdonk resultó derrotada, el Gabinete creyó que todo quedaría en un zarandeo en el hemiciclo.
Pero en el plano político las cosas eran menos sencillas. Verdonk se había negado a marchar como le había exigido Lousewies van der Laan, portavoz de D66 en la Cámara, para evitar una crisis gubernamental. Firme en su postura de que ella había aplicado la ley de Inmigración a Hirsi Alí, Balkenende no tuvo más remedio que aceptar parte de la culpa por la torpeza con que llevaron el asunto.
Para recuperar su pasaporte holandés, Hirsi Alí fue forzada a firmar una declaración donde aceptaba toda la responsabilidad por lo ocurrido. Al dar el nombre de uno de sus abuelos y una fecha falsa de nacimiento, había vulnerado las normas de asilo. No podía esperar, por tanto, que Inmigración conociera las leyes somalíes que facultan el uso de otros apellidos para evitar este lío. La "cuota", como fue calificada en el Parlamento, que debió pagar para lograr sus documentos precipitó el abandono del segundo Gabinete presidido en Holanda por el democristiano Balkenende. El primero cayó por las rencillas internas de sus antiguos socios, la Lista Pim Fortuyn, que llegó al poder tras el asesinato de su líder, a manos de un ecologista radical.
Al final, cuando Balkenende tiró la toalla y se preparó para ir a ver a la soberana, le traicionó el lenguaje corporal. Si es que sirve para revelar el estado de ánimo, el suyo era de verdadera turbación. Casi se cayó antes de anunciar la dimisión.
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