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Reportaje:

Una tenora más humana

Un equipo científico multidisciplinar trabaja en la mejora y modernización del tradicional instrumento de la cobla

La tenora es el alma de la cobla, el instrumento más característico del popular conjunto utilizado para interpretar la sardana. Un instrumento artesano y único, derivado de la chirimía clásica, presente en la cultura musical popular mediterránea, difícil e incómodo de tocar, con problemas de afinación y timbre, que exige al solista mucha habilidad, destreza y resistencia física para producir un buen sonido. Un equipo multidisciplinar, dirigido por el ingeniero Joaquim Agulló, trabaja para construir una nueva tenora que resuelva sus carencias técnicas en el marco de un proyecto que impulsa el Institut d'Estudis Catalans (IEC), en el que Agulló es el presidente de la sección de Ciencias y Tecnología.

"El principal problema es que los agujeros del instrumento no están donde deberían estar"

El tiempo parece haberse detenido en la construcción de la tenora. Generación tras generación se mantiene en un ámbito artesanal poco propicio a los avances en diseño, mecánica y fabricación que han permitido el progresivo perfeccionamiento de instrumentos como la trompa, el oboe o la flauta. Se construye en madera de azufaifo, leño duro y resistente que le otorga especial calidez, y suena gracias a la vibración de una lengüeta doble, de caña. Andreu Toron incorporó en 1849 un sistema de 13 llaves para regular el paso del aire, prestado del oboe. Desde entonces, apenas se ha modificado. Mejorar y modernizar la tenora, sin traicionar su identidad sonora, es el reto que se ha marcado el equipo dirigido por Agulló, que aplica tecnología acústica y modelos matemáticos para crear el nuevo instrumento.

No es fácil producir un buen sonido de tenora, un instrumento largo, de 85 centímetros, que se toca horizontalmente, complicado de sostener y con dificultades añadidas para articular las notas. "El principal problema es que los agujeros del instrumento no están donde tendrían que estar desde el punto de vista acústico, y eso afecta la afinación y el timbre. Se puede corregir limando o reduciendo un poco los agujeros, pero como el cambio influye en todas las notas el método tradicional de retocarlos uno tras otro resulta muy lento. Los modelos matemáticos permiten prever todos los cambios a la vez", explica Agulló.

El proyecto impulsado por el IEC pretende corregir estos defectos a través de los últimos conocimientos en acústica, mediante pruebas precisas que midan su identidad acústica y aplicando un modelo matemático que indique cómo ha de ser la columna del aire de su interior y la distribución y medida de los agujeros para obtener el sonido característico de la tenora, pero sin dificultades innecesarias.

El reto es hacer la vida más fácil a los solistas poniendo en sus manos una tenora más cómoda y menos difícil de tocar. "Se requiere una habilidad especial, fruto de muchas horas de práctica, para atacar correctamente las notas y hacer sonar bien el instrumento, y ese duro proceso se puede simplificar con la ayuda de la ciencia. En definitiva, se trata de civilizar la tenora, perfeccionarla sin alterar su identidad", comenta Agulló, un enamorado de este instrumento que estudió a fondo para conocer desde la experiencia práctica sus problemas de funcionaniento.

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La pasión por la tenora y por la ciencia es compartida por el equipo de científicos que trabajan en su renovación: la física Anna Barjau, autora de una tesis sobre la acústica de la tenora; Sergi Soler, responsable del Laboratorio de Acústica de La Salle, donde se realizan las mediciones acústicas, que ha preparado el instrumento de medida y el programa informático que lo controla; el luthier Pau Orriols, especialista en instrumentos tradicionales catalanes y encargado de construir los prototipos.

Varios músicos profesionales probarán y sugerirán mejoras en los prototipos, entre los que destaca Jaume Vilà, quien colabora con Agulló en la investigación sobre la tenora desde hace 25 años, y Jordi Campos, intérprete y especialista en acústica, que ha puesto a punto el modelo matemático utilizado en la investigación. El calendario de trabajo prevé la construcción de tres prototipos. "El primero estará listo el próximo septiembre, y habrá que mejorarlo incorporando las sugerencias de los músicos. Los cambios más significativos afectarán, por tanto, al segundo prototipo. Y creo que con el tercero tendremos ya una buena tenora", comenta el director del proyecto.

La puesta de largo de la nueva tenora podría llevarse a cabo, salvo imprevistos, en junio de 2007, en el marco de los actos de conmemoración del centenario del IEC, en los que se ha previsto el estreno de un concierto encargado al compositor Joan Albert Amargós. "Esperamos cumplir el calendario y nos encantaría que Amargós incorporara la nueva tenora al estreno", dice Agulló. No cambiará el sonido ni la forma de tocarla. Aunque no hay razones acústicas que impidan aplicar a la tenora el mismo sistema del corno inglés, cuyo tubo curvado, en el que se inserta la lengüeta doble, permite tocarlo verticalmente, sin embargo, los músicos se resisten a abandonar la tradición de tocar la tenora sosteniéndola en el aire horizontalmente, práctica mucho más cansada. "Si no se hace no es por razones acústicas, sino por una cuestión psicológica y estética. Los solistas no quieren ni oír hablar de cambios de posición", concluye el ingeniero.

La extensión y la riqueza armónica del sonido, y la gama de intensidades que ofrece hacen de la tenora el más expresivo instrumento para tocar al aire libre. Y así seguirá siendo, porque el nuevo modelo no alterará su inconfundible sonido. "Es el mejor instrumento para ser tocado en la calle, no hay otro que pueda competir en belleza, calidez e intensidad. A pesar del ruido ambiental, su timbre y melodía se identifican con claridad. Pero en espacios cerrados, como los auditorios, es menos adecuado, porque suena muy estridente".

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