Filmar el miedo
En 1960, el genio británico Michael Powell se adelantó a su tiempo al inaugurar con la portentosa El fotógrafo del pánico el género de las snuff movies (películas con grabaciones de muertes reales), de moda más de tres décadas después con cintas como Tesis, Asesinato en 8 mm y The Brave. El japonés Takashi Shimizu, director de La maldición (2000), experimenta ahora, como Powell, con la grabación del miedo, con el archivo de la mirada del terror en un material fílmico o videográfico. Y lo hace a través de un documento más ensayista que sobrecogedor en el que el mismo autor parece implicarse en la historia a través de un protagonista-álter ego que interpreta no por casualidad otro artista: su compañero de generación Shinya Tsukamoto, realizador de Tetsuo y Bullet Ballet.
SERES EXTRAÑOS
Dirección: Takashi Shimizu. Intérpretes: Shinya Tsukamoto, Tomomi Miyashita, Kazuhiro Nakahata, Miho Ninagawa. Género: terror. Japón, 2004. Duración: 92 minutos.
A través de una omnipresente voz en off (a todas luces excesiva; la película se acaba contando más que mostrando), Shimizu hace gala de un enfermizo voyeurismo plagado de referencias cinematográficas y literarias. Así, igual se habla de que el protagonista se introduce "en las montañas de la locura", título que inevitablemente traslada al universo del escritor H. P. Lovecraft, que se bautiza a uno de los personajes-fantasmas con el sobrenombre de "mi pequeña Gaspar Hauser", cuya semilla procede de la película del alemán Werner Herzog El enigma de Caspar Hauser (1974).
La idea inicial de Shimizu tiene una base muy atractiva, filmar el miedo, como hacía el protagonista de El fotógrafo del pánico, pero varía su premisa basándose en la siguiente frase: "No es que estuvieran aterrorizados porque vieran algo, sino que vieron algo porque estaban aterrorizados". Es decir, el estado máximo de tensión lleva a los amenazados a una dimensión paralela y por completo desconocida. Para Shimizu, y para su álter ego-protagonista de Seres extraños, "el terror es en realidad una antigua sabiduría encerrada en nuestro subconsciente". De este modo, Shimizu se convierte en un creador en busca de su propia locura para poder llegar a filmarla, algo que también estaba en la base de la mítica película española Arrebato (Iván Zulueta, 1979).
Sin embargo, a pesar del innegable interés de la amplia gama de objetivos y referencias del autor japonés, Seres extraños se va apagando poco a poco por culpa de su absurda reiteración y por su excesivo discursivismo. Eso sí, al menos ofrece una seductora alternativa al repetitivo terror oriental de fantasma de pelo largo y huesos crujientes.
Babelia
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