"Soy mejor bajo presión"
Leonor Watling (Madrid, 1975) se pasea elegantísima por la ciudad con unos tacones altos, un vestido de flores años cincuenta y un bolso de Chanel. Suele llevar bolsos grandes, llenos de papeles, cajitas "absurdas" y lápices de colores. Dice que tiene decenas de cuadernos con fotografías pegadas, palabras sueltas escritas y recortes de recuerdos en estratégicas esquinas cuadriculadas. "No son diarios, qué va, escribo cosas que veo, que no sé explicar, y que luego se convierten en canciones. Escribo con palabras y con objetos. No acabo de saber bien qué me impulsa a abrir un cuaderno y llenarlo de cosas, pero lo cierto es que a veces me explico mejor pegando una foto y pintando un dibujo que con un párrafo".
"Un buen director te conduce todo el rato, pero siempre de una manera muy creativa"
"Gracias a la música llego muy desfogada a los rodajes, con muchas ganas de obedecer"
Leonor Watling tiene una piel perfecta que hoy apenas lleva maquillada y una sonrisa de niña buena con la que podría vender hielo a los esquimales. Acaba de presentar Mala leche, la comedia francesa que hoy se estrena en España y que ella rodó en París hace cuatro años. "Es una película nada realista... ¡La historia de un bebé psicópata que quiere suicidarse!", exclama la actriz. Se estrenó en Francia hace dos años y fue vista por más de millón y medio de espectadores. Al rebobinar, Watling recuerda los motivos por los que decidió rodarla: "Uno hace películas por motivos muy diferentes y yo, gracias a esta película, estuve viviendo en París en un momento de mi vida en el que me venía muy bien estar fuera. Me quedo con muchas cosas: la amistad que hice con mi coach de francés, con la que pasaba todo el día trabajando; con la idea de haber participado en una comedia francesa, porque me encanta el cine francés, del que me siento mucho más cerca que del de Hollywood; con la historia, que me hizo gracia porque me pareció muy macarra; con el actor protagonista [Thierry Lhermite] y con mi personaje, que era como una Amélie Poulain empapada en crack, tan bondadosa como maliciosa. Me atreví a hacer un personaje muy absurdo en una cinematografía que no es la mía y por eso mismo me daba menos pudor".
En los últimos cuatro años, la actriz madrileña ha rodado en inglés (Tirante el Blanco), en castellano (Inconscientes, Malas temporadas, Teresa), en catalán (Salvador), "en spanglish" (Crónicas) y "sin palabras" (Paris, je t'aime). "Rodar en un idioma que no es el tuyo es dificilísimo. Me admiran Penélope Cruz y Paz Vega. No se trata sólo de pronunciar bien, te tienen que pasar cosas mientras emites sonidos que muchas veces ni entiendes. Es muy complicado, tienes que llenar de vida algo que en el fondo no acabas de comprender".
En diciembre del próximo año, Watling rodará en inglés (su lengua materna) la versión cinematográfica de una novela enorme: Bella del señor, de Albert Cohen. Durante años, varios directores han perseguido los derechos de autor de la obra maestra del autor de Comeclavos, pero finalmente ha sido un desconocido, Glenio Bonder, quien lo ha logrado. Como intérpretes principales, la actriz española y el francés Olivier Martínez. "Glenio Bonder, que ha trabajado como diplomático, rodó un documental muy bueno sobre Cohen y gracias a él logró lo que nadie había conseguido: los derechos de Bella del señor. Es su primera película y los productores son los mismos de El jardinero fiel".
Entre idiomas, novelones y películas, está Marlango, el grupo de Watling junto a Alejandro Pelayo y Óscar Ybarra. Actuarán el 7 de julio en el Cuartel del Conde Duque, en Madrid, pocos días después de que se reedite su segundo disco, Automatic imperfection, con material nuevo. Además, este verano presentará el disco fuera de España. Francia y Austria son las primeras paradas. Y en agosto, grabarán el tercer disco. "Sí, muchas cosas, ya lo sé, pero yo funciono así. Si me dicen que tengo que rodar una película en Guayaquil, me voy sin pensarlo, pero si me dicen que cruce la calle para recoger los papeles de Hacienda, me bloqueo. Mi vida parece organizada, pero es caótica. Por eso me asusta parar".
La actriz cree que sus dos carreras no sólo son posibles sino que además se benefician entre ellas. Cuando está de gira, extraña los rodajes: "Esa vida a lo militar en la que tú eres el soldado que cumple órdenes es cómoda y además existe un compañerismo que acaba enganchando. En un sitio soy el jefe y en el otro el niño que lleva la bandera. Los dos lugares me sientan bien".
"En los rodajes no puedo ni escuchar mi música", continúa la actriz; "en cambio, escribo mucho y compongo. De Malas temporadas salieron muchas canciones, hay personajes de los que surgen muchas historias. Creo que la música y el cine se complementan bien. Gracias a la música llego muy desfogada a los rodajes, con muchas ganas de obedecer. Y eso es muy práctico para actuar. Llegar tranquilo, con ganas de meterte en el juguete de otro. En el cine tengo la sensación de que me juego menos mi ego, los límites los pone el director, y no yo". Watling asegura que para trabajar necesita obstáculos, que le marquen el terreno: "Me muevo mucho mejor bajo presión, soy mejor actriz. En los ensayos, por ejemplo, soy muy mala. No tengo esa presión y entonces me sale toda la timidez, el pudor y la dispersión. Trabajo mejor cuando las barreras son reales. Creo que un buen director de actores, como Almodóvar u Oristrell, pone esas barreras y te conduce todo el rato, pero siempre de una manera muy creativa. Si me dejan muy suelta, se me llena la cabeza de ruido y, la verdad, no me ayuda demasiado."
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