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Una exposición juega con el espacio para medir las emociones del consumidor

El arte cinematográfico ya indagó a principios del siglo XX sobre la capacidad de producir emociones radicalmente opuestas ante la visión de una misma imagen en función del contexto. En esa ocasión se puso de manifiesto la importancia del montaje en el séptimo arte. El experimento se quedó con el nombre de su impulsor "efecto Kuleshov" y demostró que el sentido de un primer plano dependía de la yuxtaposición del mismo -la cara de un hombre- con diferentes imágenes como un plato de sopa, una niña muerta o una mujer atractiva.

Ahora, el Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV) aplica la misma técnica para investigar y medir las emociones de los consumidores pero, esta vez, ante un objeto. Emociona es una exposición que pretende determinar hasta qué punto la distribución de un espacio y las formas, colores y texturas de los elementos que rodean un producto en concreto pueden influir en la reacción emocional que provoca el mismo.

Seis escenarios de idénticas dimensiones juegan con la percepción del visitante. El denominador común: una mesa de madera que parece echar mano de sus dotes camaleónicas y fundirse en su entorno ya sea compartiendo escenario con una fotografía familiar, unas bolas de cristal, un pequeño Buda o un espejo de formas endiabladas. Estas improvisadas estancias pasan del estilo recargado de los cincuenta al minimalismo y juegan a desconcertar al visitante con composiciones heterogéneas y faltas de coherencia estética.

El espectador debe sopesar el grado de elegancia, vanguardismo, amplitud, sobriedad e innovación, entre otros parámetros, de las estancias después de haber realizado el mismo ejercicio ante la visión del mueble en cuestión, sin más atrezzo que una pared desprovista de adornos, "un escenario neutro".

"Los muebles son productos que no pueden evaluarse sin tener en cuenta el entorno. No funcionan de forma aislada sino que forman parte de un todo", afirma María José Such, responsable de Sección del IBV, quien asegura que la exposición es un experimento piloto y pionero en España. El arte se convierte, en esta exhibición, en un medio para evaluar el comportamiento emocional del consumidor a través de lo que Such define como "ingeniería emocional".

En definitiva, una cita ineludible para fabricantes y distribuidores del sector que quieran conocer las técnicas más experimentales aplicadas al diseño de este tipo de productos.

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