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El juez interroga hoy al príncipe Víctor Manuel de Saboya

"Me tratan como a un rey", dice el acusado

Enric González

El príncipe Víctor Manuel de Saboya parece haberse adaptado bien a la vida carcelaria y bromea con quienes le visitan. "Me tratan como a un rey", comentó el domingo. Hoy será interrogado en Potenza por el juez Alberto Ianuzzi, y su abogado, Lodovico Isolabella, promete que el jefe de la antigua familia real italiana esgrimirá "datos de gran relevancia" para demostrar su inocencia. El fiscal Henry John Woodcock obtuvo ayer, sin embargo, una primera confesión, la del intermediario Rocco Migliardi, quien reconoció ante el juez que el grupo al que pertenecían tanto él como Saboya había pagado sobornos a altos funcionarios del monopolio estatal de juegos de azar.

La hermana del príncipe, María Gabriella de Saboya, se mostró pesimista: "Humanamente me desagrada todo esto, pero era inevitable que ocurriera", declaró al semanario popular Novella 2000. "Cuando concluya el proceso, más vale que Víctor Manuel vuelva a Suiza y se callen tanto él como su hijo", agregó. El asunto, por otra parte, empieza a internacionalizarse con la investigación abierta sobre Simeón de Bulgaria, ex rey, ex primer ministro y hoy diputado en el Parlamento de Sofia. De Simeón de Bulgaria se sospecha que aceptó sobornos del acusado cuando estaba al frente del Gobierno búlgaro.

El intermediario Rocco Migliardi reconoce que él y el imputado pagaron sobornos

La triste figura del rey sin corona, soez, rijoso y dedicado a corruptelas que en Marbella no darían ni para una concejalía secundaria, empieza a oscurecerse ante el caso Rai, conectado con el caso Saboya a través de Salvatore Sottile, dirigente de Alianza Nacional y portavoz de Gianfranco Fini, líder del partido y hasta hace unas semanas vicepresidente del Gobierno de Silvio Berlusconi. Los servicios sexuales prestados por algunas starlettes de la televisión pública italiana a cambio de aparecer en pantalla parecen interesar más a los italianos que las miserias del descendiente de la que fue la más antigua dinastía en Europa.

El asunto rezuma sordidez por todas partes. Las conversaciones telefónicas grabadas por la policía y publicadas estos días por la prensa (de forma ilegal, pero da lo mismo: la multa máxima es de sólo 300 euros) revelan el mundillo de Víctor Manuel, ciertamente cutre, la corrupción imperante en el monopolio estatal de los juegos de azar y la catadura moral de unos cuantos personajes ligados a la monarquía descoronada y al partido posfascista Alianza Nacional. Revelan también que las chicas que pululan por los programas de la Rai pagan su cuota de pantalla en la cama de políticos, productores y agentes artísticos.

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