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Columna
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Candidatos al sol

A tenor de lo que vaticinan las encuestas, el PSOE ya ha elegido a sus candidatos para perder las elecciones. Hablo de los municipios de la Costa del Sol donde ahora no gobiernan, incluida Málaga capital y de momento, si no hay vuelco en los sondeos, también en Marbella. Vaya por delante que tienen un indudable mérito los que se presentan. No es fácil poner la cara en una lista a la que todos auguran un escaso porvenir, aunque la política sea difícil de predecir y sorpresas más grandes se han visto. Ha habido unanimidad a la hora de elegir a las personas que, según las encuestas, tienen ahora todas las papeletas para ser portavoces de la oposición, pero que en su mayoría no lograrán en mayo las suficientes para ser alcaldes. La única novedad en las listas se produce en Marbella, el único sitio donde la unanimidad no ha contado con el principal protagonista, el candidato. Quizás por ello a Paulino Plata se le ha notado demasiado el marrón que le han largado en su partido.

El PSOE ha dado ya el pistoletazo de salida para una dura batalla que, según los sondeos, le va a permitir mantenerse como el segundo partido más votado en la mayoría de estos ayuntamientos. Además acudirán con una incógnita añadida: la de quizás perder el control de la Diputación.

Desde las elecciones municipales de 1995, cuando el PP se hizo con las alcaldías de las ocho capitales y de los principales municipios costeros, el PSOE en Andalucía han realizado un indudable esfuerzo político cuyos resultados son incontestables: casi todos los alcaldes del PP han logrado revalidar cada cuatro años y sin problemas sus mayorías absolutas. Todo hace indicar que en mayo de 2007 será complicado romper esta dinámica, a pesar del estimable esfuerzo que también está haciendo Rajoy, Acebes, Zaplana y Arenas para que sus alcaldes escondan las siglas del PP en sus carteles electorales.

Las elecciones de 1995 provocaron un importante vuelco en los ayuntamientos andaluces. El varapalo al PSOE en las grandes ciudades se empezó a advertir en las municipales de 1991, aunque el hartazgo tuvo escasa incidencia en las urnas por la ausencia de alternativa. Los resultados de 1995 sí dejaron al descubierto la falta de sintonía del PSOE con el electorado de las clases medias urbanas. Pero sobre todo, evidenció la incapacidad de los socialistas para entender la nueva realidad social de las ciudades. En especial de las del litoral, donde a la tradicional carencia de candidatos se unió la ausencia de un discurso que conectara con los ciudadanos.

Mientras los socialistas se frotaban los ojos en la oposición, los municipios que ya gobernaban otros partidos crecían y crecían con el ladrillo. La construcción creaba empleo y riqueza. Se aumentaba la policía local y se adecentaban las calles. Las cuentas de los ayuntamientos se cuadraban con plusvalías y con licencias de obras. Con las arcas rebosantes se edificaron palacios de ferias, auditorios, y sobre todo pisos. Muchos pisos, para poder luego rodearlos de atascos. Quizás por ello, el PSOE sólo logró mantener las alcaldías en los lugares donde copió la fórmula. Pero el modelo se ha ido de las manos. Los desmanes urbanísticos ha llevando a la cárcel a varios alcaldes y ahora los POT y la Ley del Suelo encuentran dificultades para remendar el desaguisado.

El PSOE ha mostrado una incapacidad manifiesta para presentarse ante el electorado con un modelo alternativo, que hiciera compatible un desarrollo económico y sostenible. Tampoco lo ha demostrado en los municipios donde gobierna. El que fuera primer edil de Málaga durante 16 años, Pedro Aparicio, decía siempre que a un alcalde es muy difícil echarlo. Pero más difícil todavía es que se vaya. A él mismo le sobraron sus últimos cuatro años de mandato. A la mayoría de los actuales alcaldes de la Costa del Sol ya les está sobrando esta legislatura, pero ninguno se va. Y el PSOE no está en condiciones de propiciar muchos relevos: ni en sus filas ni en las alcaldías.

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También es comprensible que no se postulen nuevos aspirantes, es sabido lo duro que puede resultar pasarse cuatro años todos los lunes al sol.

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