Perpetuarse o ganar
La resistencia de los 'aparatos' locales no logra evitar la renovación de cabezas de lista socialistas en las grandes ciudades
Los socialistas necesitan los votos de las grandes ciudades para conseguir un vuelco político en las elecciones autonómicas y municipales de 2007. Desde 1995, el PP no sólo gobierna la Generalitat sino las tres capitales valencianas y las diputaciones. Los comicios del próximo año son decisivos, de ahí la insistencia de Ferraz y de Blanquerías, sedes federal y autonómica, por renovar las candidaturas. En este contexto, los socialistas valencianos afrontan el proceso electoral inmersos en un doble debate. Por un lado, la designación de los candidatos a las principales alcaldías y por otro la lucha por el control de la agrupación local, que se perpetúa convocatoria tras convocatoria y actúa de losa para un partido de corte zapaterista, que trata de conectar con la sociedad profundizando en las libertades y los valores.
La candidatura de Alborch a la alcaldía de Valencia es en estos momentos incuestionable
- Valencia: la 'operación Alborch'
El caso de Valencia podría ser un ejemplo. El partido socialista ha contado desde comienzos de los años 80 con cinco candidatos a la alcaldía y casi todos han acabado mal "porque no han tenido peso orgánico y no han podido resistir la presión del aparato en la ciudad". Desde Ricard Pérez Casado y Clementina Ródenas, que fueron alcaldes, pasando por Aurelio Martínez, Ana Noguera o el propio Rafael Rubio, "¿qué pasa en Valencia?, que el principal partido de izquierda nunca ha sido capaz de llevar a buen puerto a sus candidatos", apunta un antiguo consejero socialista. Las agrupaciones se vuelven endogámicas, se distancian de la sociedad y, como expone un ex militante de Valencia, la estructura se torna clientelar. "Si hay 10 o 12 concejales, se crean otros tantos puestos de asesores, más otros tantos funcionarios que dependen de ellos, más otros puestos correspondientes en las agrupaciones. Al final son unas 60 o 70 personas con intereses directos vinculados a esa estructura que, a un nivel medio de influencia sobre otras dos o tres personas, consiguen la mayoría necesaria para imponer cualquier decisión en la agrupación".
Los socialistas necesitan candidaturas con las que se identifique la ciudadanía y para eso es necesaria la renovación. La mil veces barajada candidatura de la ex ministra de Cultura Carmen Alborch a la alcaldía de Valencia es en estos momentos incuestionable, sobre todo tras la petición expresa del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que ve en la actual diputada del PSOE el perfil adecuado para enfrentarse a la conservadora Rita Barberá. El fichaje de Alborch, avalado por Ferraz y por el líder socialista Ignasi Pla, no ha sentado bien al aparato del partido en Valencia, que ha amenazado con activar el proceso de primarias (la militancia decide con su voto el candidato del partido cuando hay más de un aspirante), temeroso de que Blanquerías dé un golpe de mano y le arrebate el control de la agrupación bajo el pretexto de las candidaturas. En estos momentos los ánimos se han pacificado y se negocia la confección de una lista que combine renovación y experiencia. El resultado se verá en poco tiempo.
- Alicante: Andreu y la gestora
La convulsa agrupación local de Alicante, dirigida durante los últimos años por el concejal Ángel Franco está tutelada ahora por una gestora provisional que preside el senador Antonio García Miralles, pendiente de una asamblea que elija una nueva ejecutiva.
La mayoría de los militantes empieza a asumir que la cabeza de cartel en las próximas elecciones municipales será la actual subdelegada del Gobierno, Etelvina Andreu, (Alicante, 1969). Andreu cuenta con el beneplácito de la ejecutiva de Ferraz, el respaldo de Blanquerías y el apoyo de la actual gestora. Sus principales avales son su condición de mujer y su juventud, profesora e investigadora universitaria, colaborada de Bernat Soria, es licenciada en Física y doctora en Medicina. A juicio de algunos, su candidatura encarna el nuevo modelo Zapatero de apostar por las mujeres y los jóvenes, además su responsabilidad como subdelegada del Gobierno le permite por un lado vender los logros y proyectos del Gobierno, tener una proyección en los medios de comunicación y disponer de una plataforma para rebatir los argumentos o críticas del PP. Sin embargo, no todos los militantes en Alicante aplauden esta opción. Algunos consideran que no tiene la experiencia suficiente, carece del apoyo de las bases y no tiene experiencia municipal alguna.
Pero, más que debido a la carrera por la candidatura a la alcaldía, la disputa actual entre familias se centra en el control de la agrupación. Por eso muchos insisten en la necesidad de convocar una asamblea para elegir una nueva dirección, pero otros reconocen el riesgo de este proceso: "Abrir el debate sobre el control del PSPV y tener a cinco o seis candidatos discutiendo entre ellos es dar alas al PP, que ahora está más dividido que nunca", reconoce una veterana dirigente que apuesta por la continuidad de la gestora. Sin embargo, el aparato del partido en Alicante se resiste. "Tendrá la plaza, pero no le vamos a dejar el mando", advierte otro militante en referencia a la posibilidad de que Etelvina Andreu se convierta en la líder del grupo socialista. "Si gana la alcaldía y continúa la gestora, será también la secretaria local en un inminente proceso interno, y eso hay muchos que no están dispuestos a que ocurra", explica otro militante. Así las cosas, la petición ansiosa de la asamblea tiene, más que otra cosa, como objetivo evitar que Andreu y toda una nueva generación de militantes se hagan con el control orgánico.
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