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Los pinchadiscos imponen su ley en la última noche del Sónar

La electrónica bailable domina la noche más lúdica del festival

La música electrónica ha introducido notables cambios en la música popular. Uno de los más destacables es el asentamiento del pinchadiscos como artista y creador relevante. En consecuencia, fueron los pinchadiscos los que marcaron la pauta en la última noche del Sónar con sesiones de distinta orientación y nombres como los de Diplo y A-Trak, Ángel Molina o Miss Kittin, que se impusieron a propuestas más orgánicas como las de Goldfrapp o Digable Planets. Las más de 23.000 personas que acudieron a la velada confirman una asistencia total al festival que supera las 85.000 visitas.

Las propuestas instrumentales tuvieron sus opciones, pero no quedaron a la altura de lo esperado. Ello ocurrió especialmente en el caso de Digable Planets, una veterana, elegante y carnal formación de hip-hop que prometía gran concierto con banda al completo. Al final se recordó el dicho que desaconseja mucha alforja para viajes cortos. Mucho músico para una música que tendría que haber sido más profunda, elaborada y emocionante.

Por su parte Goldfrapp cumplieron ante sus seguidores, y Allison Goldfrapp, ataviada con pantalón corto para aumentar la vertiginosa longitud de sus piernas, encabezó un concierto teatral de pop electrónico y oscuro que se visualizó mediante las coreografías de cuatro bailarinas. El concierto resultó aseado, pero el público no perdió el sentido. Debía ser pronto aún.

Más divertidos, sorprendentes, vitales y bromistas Diplo y A-Trak, el pincha de Kanye West, en su duelo a cuatro manos. Sólo señalar que el primero es responsable de que en el Sónar ya haya sonado reggetón, estilo que en la noche del sábado volvió a ambientar el escenario Sónar Park. En una sesión en la que cupo de todo, pasaron por los platos de ambos pinchadiscos los Beatles, Curtis Mayfield, The Clash, The Marvelettes, Soft Cell, New Order, Eurythmics y un larguísimo etcétera de música blanca y negra apoyada por ocurrentes proyecciones de vídeo.

Vídeo no se sabe, pero una señalización al menos con más carteles si que puede esperarse para el año que viene en el enorme recinto ferial a menos que en los paseos entre escenario y escenario, este año se ha incorporado uno de nuevo, se quieran ver caminantes exangües y desorientados.

Al margen de ello, casi todo el mundo llegó a tiempo a Miss Kittin, petardeo triunfal el suyo; Isolee, cuyas líneas de bajo hacían temblar aparatosamente los tejadillos del pabellón anexo a su escenario; Ángel Molina, parece mentira que sus sesiones sean tan enérgicas mostrando un rostro tan impasible, o a la sesión a cuatro manos de Hawtin-Villalobos. Ejemplos todos ellos triunfales del clasicismo que el propio festival ha acuñado.

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