A clase con los maestros del jazz
Una treintena de músicos descubren los secretos del género con artistas neoyorquinos
A sus 52 años, Bernardo no se lo podía creer. El trombonista Vincent Gardner y el saxofonista Sherman Irby, ambos de la Lincoln Center Jazz Orchestra de Nueva York, le estaban enseñando algunos de los secretos del jazz. "En realidad, no puedo aprender todo en dos días, pero, al menos, me enseñan a cómo aprender", decía en el descanso para comer este ingeniero industrial madrileño -"eterno principiante", según se definió-, que se apuntó por casualidad a un cursillo intensivo de dos días organizado por la Fundación Autor, en colaboración con la Juilliard School de Nueva York, donde imparten también clases los dos ilustres profesores, el Festival de Jazz de Vitoria y la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid.
La clase, que ocupó la mañana de ayer, se dedicó al blues básico, pero "aunque no sepas nada de música, te puedes divertir", aseguraba al final Bernardo. "Lo importante es aprender la filosofía de la enseñanza".
Bernardo toca el saxo alto por pura afición, sin ninguna pretensión profesional, pues su trabajo de ingeniero no le permite dedicarle el tiempo preciso al instrumento: "Siempre estoy como empezando, y es que no es fácil compaginar trabajo y música".
Mientras a mediodía de ayer degustaba un menú muy completo por sólo cuatro euros y medio en la Ciudad Escolar, unas instalaciones que la Comunidad regenta en la carretera de Colmenar Viejo, a su lado Fermín, de 28 años, reconocía que él sí pretendía dedicarse a la música de manera profesional. Bernardo es el mayor de la treintena de alumnos que se han apuntado a estas clases magistrales de los dos reputados músicos que, antes de estar en la Lincoln Center Jazz Orchestra, habían tocado en la banda de Winton Marsalis y de otras rutilantes estrellas del jazz.
"El jazz es una música corporativa", decían los maestros. "No es más que una conversación improvisada entre músicos, cada uno con su instrumento", llegaron a decir cuando algún alumno les pidió que intentaran explicar esa música tan difícil de definir, "pero que todo el mundo reconoce cuando la escucha", según dijo una vez el genial saxofonista cubano Paquito D'Rivera.
La flautista María, con sólo 20 años, también confesaba su intención de dedicarse a la música, "aunque apenas conocía el jazz". Se había apuntado al curso "para tener una visión más amplia de todos los estilos musicales".
Algo parecido decía Luis, un pianista de 21 años del conservatorio de Getafe: "Quería conocer de cerca el jazz, simplemente". La de Getafe es la institución musical que más alumnos está aportando a este curso intensivo que empezó ayer por la mañana temprano y que concluye esta noche.
La Fundación Autor lo ha convocado para alumnos mayores de 12 años y sin límite de edad, al precio de 15 euros, y gratis total para los inscritos en alguna de las escuelas oficiales de música de Madrid. No obstante, la media de edad, y a pesar de la inclusión de Bernardo, no sobrepasaba los 22 ó 24 años. Quizá por la proximidad del fin de curso académico, no se apuntaron menores de 16 años, edad todavía escolar a todos los efectos.
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