Una oleada de atentados en Kirkuk causa 22 muertos
Una serie de ataques suicidas y explosiones por control remoto, en apariencia coordinados, sacudieron ayer Kirkuk, la capital petrolera del norte de Irak. Al menos 22 personas perdieron la vida y otras 43 resultaron heridas. Es una de las jornadas más violentas en una ciudad con tensiones étnicas (habitada por kurdos, árabes y turcomanos) desde la invasión estadounidense en marzo de 2003. Sus responsables de seguridad sostienen que se trata de "un acto final de desesperación" de miembros de la organización Al Qaeda en Irak, tras la muerte, la semana pasada, de su líder Abu Musab al Zarqaui.
El primer ataque tuvo como objetivo a un alto jefe de policía, que resultó gravemente herido. Cuando los transeúntes y los agentes de policía se acercaron para socorrerle, explotó un coche bomba aparcado en la zona causando la muerte de 13 civiles y heridas a otros 17. Uno de los guardaespaldas del general también perdió la vida. Entre los fallecidos por la explosión se encuentra un intérprete del consulado británico en Kirkuk, que se dirigía al trabajo. Poco después, los guardas que protegían el principal cuartel de la policía lograron matar a un conductor que se dirigía a toda velocidad contra el edificio. El chófer logró activar el explosivo. Dos agentes resultaron muertos y 10 civiles heridos. Otro conductor suicida se hizo explotar cerca de la sede de la Unión Patriótica de Kurdistán (UPK), dirigida por Jalal Talabani, que es además el presidente de Irak. Dos personas resultaron heridas. De inmediato, un segundo suicida lanzó su vehículo contra el edificio de la UPK, pero fue alcanzado por los disparos de los guardianes antes de que pudiera detonar la bomba.
Kirkuk, que se asienta sobre el segundo campo petrolero de Irak, y que es objeto de grandes disputas políticas entre kurdos y chiíes, ha logrado esquivar de momento la violencia sectaria que se vive en Bagdad y en el llamado triángulo suní.
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