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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Narraciones subalternas

Thomas Bernhard, en Los maestros antiguos, prevenía al lector de penetrar en la obra de arte si quería "seguir viviendo": "No mire un cuadro mucho tiempo, no lea un libro demasiado insistentemente, no escuche una pieza musical con la mayor intensidad, se los echará a perder todos y, con ello, lo más bello y lo más útil que hay en el mundo". El método del escritor austriaco consiste en adoptar el punto de vista de un narrador testigo que le proporciona un distanciamiento y una puesta en escena fuera de contexto, lo que le permite "pinchar" la burbuja de toda esa monstruosidad que rodea a la fama del artista, deshinchar la intensidad de tantos museos que no contienen otra cosa que "la impotencia pintada, el fracaso pintado, la parte chapucera del mundo pintada". Peter Friedl (Austria, 1960) desbarata la historia, y como Bernhard, pincha el globo de la mitología para volver a la terra incógnita del pasado, que no es otra que nuestra infancia. Por ello, se "inventa" al autor-niño que ve la vida, el arte, con ojos nuevos. Es la perspectiva del "subalterno", con todos los enloquecidos deseos que ello comporta. Y al lector/espectador, que se hallaba sumido en la terrible soledad del fracaso artístico ajeno, sólo le queda transformar ese paisaje en ruinas en un parque infantil, libre, porque desde esa inocencia es capaz de recobrarse del abatimiento. De ahí que el tema central de la obra de Friedl, en su primera retrospectiva en un museo, sea el cómo representamos la infancia, cómo la "exponemos" o la "ponemos entre paréntesis", una estrategia que plantea problemas -sobre todo al espectador, que tiene que decidir entre la fruición estética o la comprensión de la obra- y regatea soluciones.

PETER FRIEDL.

Obra 1964-2006

Macba. Plaça dels Àngels, s/n

Barcelona

Hasta el 3 de septiembre

Pintura, dibujo, instala

ción, DVD, fotografía y diseño componen un display calculado al milímetro por el artista, en una narración de estética documental que lanza una mirada crítica sobre los códigos de percepción. Un ejemplo de ello es su obra más difundida, la serie de 600 fotografías de parques infantiles (Playgrounds, 19952006), un estudio narrativo en clave antropológica sobre el diseño de estos espacios públicos y su "globalización", entornos donde se desarrollan las primeras experiencias públicas, institucionalizadas de los niños. En la videoinstalación King Kong (2001), Friedl parte de una performance protagonizada por el músico Daniel Johnston que, sentado en un banco de Triomf Park de Johannesburgo, se lamenta del pasado colonial, como el rey de la selva, enamorado de una mujer blanca y víctima del mundo moderno. Otra pieza se compone de una serie de dibujos infantiles realizados por el artista y "escenificados" sobre una gran pared, uno por uno, en progresión cronológica, desde el primero, cuando tenía cuatro años, hasta el presente. Una manera irónica de justificar esta retrospectiva, sólida y frágil a la vez.

Esta exposición no es fácil, pero da sentido y función al teatro dentro de la creación plástica. En ese juego contagioso, el apuntador desorienta con sus palabras al capitalismo, a juicio de Friedl, "el artista contemporáneo más brillante".

Imagen del vídeo 'Tigre o león' (2000), de Peter Friedl.
Imagen del vídeo 'Tigre o león' (2000), de Peter Friedl.

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