Arnold Newman, retratista del siglo XX
Fotografió a famosas estrellas del cine, intelectuales, artistas, políticos y jefes de Estado
"¿Qué es lo que más le gusta a la gente? -exclamaba Arnold Newman cuando alguien le preguntaba por qué hacía retratos-. Todos sentimos curiosidad por los otros seres humanos, porque somos lo más complejo y fascinante que hay el mundo. Hay gente que cree que la naturaleza o los movimientos del universo son más interesantes. Pero para mí, lo es la personalidad de cada uno de los individuos y los mundos que ellos crean".
Arnold Newman estudió arte en la Universidad de Miami. Aunque al principio quería dedicarse a la pintura, en 1939 se mudó a Filadelfia y allí entró como ayudante del fotógrafo Leon Perski. Su primera exposición monográfica, en el Philadelphia Museum of Art, en 1945, titulada Artists look like this lo consagra como el fotógrafo favorito de las estrellas de Hollywood, de los presidentes de Estados Unidos, de los artistas, políticos y gente de renombre. Stravinski, Picasso, Kennedy, Marx Ernst, William de Kooning, Marilyn Monroe fueron algunos de los miles de rostros que quedaron fijados para siempre en la memoria colectiva.
A diferencia de los retratos al uso, Newman concentraba su mirada no solamente en el rostro y la personalidad del fotografiado, sino que también estudiaba cautelosamente el contexto en que lo situaba. Así, los retratos de Newman se hallan siempre concienzudamente situados en una atmósfera, en un lugar cuyo poder simbólico converge con el del propio personaje. La perfecta armonía entre la psicología del personaje y el entorno que Newman prefiguraba para cada ocasión constituía toda una lección de intuición y de interpretación artística del espíritu del otro.
En 1941, Newman conoció a Beaumont Newhall, entonces conservador del Departamento de Fotografía del MOMA de Nueva York, quien con los años se convirtió en uno de sus más fieles seguidores. Algunas de las fotos de Newman fueron compradas por Newhall para la colección del MOMA y figuran entre las primeras imágenes adquiridas para el museo.
Las revistas Life y Harper's Bazaar fueron algunos de los primeros clientes de Newman cuando éste se instaló definitivamente en Nueva York, en 1942. Allí conoce e intima con muchos pintores y escultores de la época (Henry Moore, de Kooning, Oldenburg). Con el tiempo, sus series de retratos fueron sobradamente conocidos por el público. Desde 1951 realizó periódicamente retratos de ejecutivos, columnistas, escritores y críticos para The New York Times. También, desde 1973 realizó portadas para Art in America.
En 1972 tuvo una gran exposición retrospectiva en la George Eastman House en Rochester.
Sus retratos no siguen una estructura fija o una pauta inamovible. Por ejemplo, la fotografía realizada a Alexander Calder, en la que éste aparece en el extremo inferior de la imagen, mientras que uno de sus famosos móviles ocupa tres cuartas parte de la foto, no tiene nada que ver con el melancólico primer plano de una frágil y asustadiza Françoise Sagan. "Un fotógrafo, decía Newman, no debe pensar sólo en el medio que está utilizando. Debe pensar en el contexto del siglo XX, debe pensar en la casa en la que vive el personaje, los sitios en los que trabaja, en la luz que se cuela por la ventana y con la que debe trabajar cada día y no sólo cuando está la cámara allí... Estamos creando y no imitando".
Newman siguió fiel a este principio fundador de su obra y con el que construyó, a lo largo de su trayectoria profesional, un compendio iconográfico particular en el que el retrato deja de ser un registro del rostro, para convertirse en una construcción metafórica de sentido. Efectivamente, a Newman no sólo le gustaba la gente, sino también lo que de ella podía intuir, dilucidar y finalmente plasmar en una imagen seductora y apta para todos los públicos.
Marta Gili es crítica y comisaria de exposiciones especializada en fotografía.
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