Para aprender del cuento
La editorial Bellaterra publica una serie de relatos infantiles 'sociales' que abordan cuestiones como los malos tratos
Por qué no tenemos árbol de Navidad? ¿por qué no comemos huevos de Pascua?", preguntaba la escritora estadounidense Lesléa Newman a sus padres cuando era pequeña. Era y es judía, vivía en un barrio judío y estaba rodeada de familias judías. Su entorno no se parecía en nada a lo que ella veía en los libros o en la televisión. Y está convencida de que el hecho de no verse retratada, reflejada, en los medios de comunicación supuso una merma en su frágil autoestima infantil.
Un día, ya mayor, mientras visitaba a dos mujeres lesbianas que acababan de acoger un bebé, una de ellas se lamentó: "No podremos leer a nuestra hija ningún libro que muestre familias como la nuestra; alguien debería hacer uno". Y la autora, también homosexual, escribió Paula tiene dos mamás, según explica en el epílogo del cuento. Su intención: hacer visibles en el imaginario colectivo a quienes están en esta situación. Romper el mito de que un papá, una mamá, cuatro abuelitos y una familia cristiana son la única posibilidad.
"Los niños no son tontos, así que, ¿qué hacemos?, ¿ignorar la realidad", dice el editor
Cada cuento incluye una guía para el profesor o familiar que lo lea con el niño
Paula tiene dos mamás es uno de los relatos infantiles ilustrados por Mabel Piérola que la editorial Bellaterra
está publicando sobre temas sociales. Tratan cuestiones como las nuevas familias, los malos tratos o el acoso escolar. Al final de cada libro hay una guía para el profesor o familiar que lo lea con el niño. Para que se animen a hablar con naturalidad de lo que pasa en el mundo, distinto hoy día del que reflejan Blancanieves y los siete enanitos y otros cuentos clásicos.
"No puede haber cambios sociales si no hay un cambio en la educación", opina el editor de Bellaterra José Luis Ponce Galcerán. "Los libros de texto suelen eludir cuestiones como la muerte o la homosexualidad, pero los niños no son tontos, así que, ¿qué hacemos? ¿ignorar la realidad?", se pregunta. La ilustradora, Mabel Piérola, señala que los cuentos "son un reflejo de la vida misma". "Se tratan temas fuertes de los que a los padres y maestros les cuesta hablar, y está bien que frente a determinadas preguntas haya un libro que ayude a responderlas", explica.
Intentan, también, que los niños que se encuentran en determinadas situaciones -como aquellos que padecen alguna enfermedad- no tengan la sensación de ser raros. "Que haya un espejo en el que mirarse", explica Ponce.
En Los hombres no pegan, escrito por Beatriz Moncó, un niño, Javier, va descubriendo el problema de los malos tratos a través de la vida de su amigo Álex, compañero de colegio y vecino. Una tarde en la que habían quedado para jugar, Álex se retrasa y Javier va a buscarle a su casa. Lo encuentra con un moratón en la cara y los ojos enrojecidos. Al fondo del pasillo, su madre llora mientras se aprieta la nariz con un pañuelo ensangrentado. A lo largo del relato, Javier va descubriendo que no en todas las familias reina la armonía.
Se han publicado seis relatos y la editorial tiene tres proyectos en marcha. Uno aborda el racismo: es la historia de un gato negro y un gato blanco; otro, el VIH (virus de la inmunodeficiencia adquirida, causante de sida) en los niños, y el tercero se acerca a un tema difícil: la muerte. "Antes los abuelos fallecían en casa", indica José Luis Ponce. "Pero ahora procuramos que todo sea aséptico y que el niño no vea nada, que no sufra. Pero es importante aprender a integrar la muerte, porque es una parte básica de la vida". Será otro cuento sin hadas.
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