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Columna
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Obligación de servicio

Se nos advertía que iban a llegar las aves migratorias e iban a poner todo esto perdido de gripe aviar, pero no. Ha sido una falsa alarma, o un anuncio desorientado. Porque son las aves de corral, las que no viajan con sus alas sino por medios mecánicos o empaquetados, las que hay que vigilar de cerca si se quiere impedir o minimizar la propagación de esa peste. Han llegado, pues, las aves migratorias a su tiempo, han hecho sus nidos según su costumbre, están criando entre nosotros y sólo nos han traído, como cada vez, el contento de poder observarlas, el privilegio de contemplar la belleza de sus gestos medidos, sabidos en perfecta armonía con su instinto y su entorno natural. Euskadi es un estupendo lugar para observar aves, y yo aprovecho a menudo esa ventaja. Voy mucho, por ejemplo, al parque de Plaiundi en Irún, que alberga cientos de especies, al que puedo llegar en tren, y cuyos responsables reciben siempre al visitante cordial y sabiamente.

Pero el día del que quiero hablarles no había ido allí sino a Salburua, en Vitoria, a participar en una de las mañaneras visitas guiadas que ese parque organiza. El paseo empezaba a las ocho, así que me levanté muy temprano, cogí el coche con la amanecida y recorrí, en una luz mestiza, los cien kilómetros desde San Sebastián a mi destino. Para comprobar, entre otros detalles viales degradados o desaparecidos, que en uno de los tramos más duros de la subida a Etxegarate, en las cerradísimas curvas que llevan a la cima, las líneas que delimitan los carriles estaban prácticamente borradas, habían dejado de ser una guía fiable. La visita al parque fue bien. De los detalles degradados o desaparecidos del camino de vuelta sólo señalaré las peligrosas curvas de la salida de Andoain, al pie de las canteras de Bazkardo, donde las rayas del firme también están (llevan no sé cuánto tiempo) difuminadas. De día todavía se medio-ve algo, pero de noche o en los entretiempos de la luz, la conducción se convierte en una cita a ciegas.

Parte de la serenidad y del contento que ese día (el pasado 6 de mayo) me habían proporcionado los pájaros se me quedó ahí, sobre ese asfalto indefinido. Del resto se encargó la publicidad institucional que me encontré al llegar a casa. Yo no sé cuanto cuesta pintar las rayas blancas de un kilómetro de carretera, pero aventuraría que menos que un anuncio a todo color y de ocho páginas enteras en uno de nuestros periódicos de mayor tirada. Pues eso fue lo que me encontré. Después de haber observado las aves de Salburua y, según he contado, el crítico estado de muchos puntos del camino, me encontré con una publicidad pagada por la Diputación guipuzcoana en la que se me informaba, entre otras cosas, de que: "La actividad es continua en las carreteras de Gipuzkoa. 24 horas al día, 365 días al año, centenares de trabajadores no escatiman su esfuerzo para que los 1.300 kilómetros de carreteras de la red viaria guipuzcoana se mantengan en condiciones adecuadas. Una vocación de servicio [las cursivas son mías] que ha llevado a la Diputación Foral de Gipuzkoa a doblar esta legislatura el presupuesto destinado a conservación, mantenimiento y seguridad vial de nuestras carreteras".

Lo que ese anuncio me venía a decir es que yo me había liado, que no había visto lo descrito más arriba; que, seguramente obnubilada por el espectáculo de las aves, por sus colores inteligentes, sus cantos y sus gestos sin estorbo, había tomado por inaceptables, tercermundistas, temerarias e indignantes las "adecuadas condiciones" del firme por el que me había tocado circular y que es no es otro que el de la N-1. Pero no; los pájaros me gustan sin desorientarme (al contrario); nuestra precaria salud vial puede apreciarla cualquiera y el desorientado es el anuncio, como en el caso de la gripe aviar. Igual que en esa epidemia, la alerta hay que ponerla en otra parte. En el debate, por ejemplo, sobre la impropiedad democrática que supone el que una institución invierta dinero público en campañas auto-bómbicas y auto-promocionales, y además llame vocación a lo que es obligación, deber, tarea, responsabilidad al servicio de todos.

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