El Senado ruso destituye al fiscal general a petición de Putin
El fiscal general de Rusia, Vladímir Ustínov, fue destituido ayer por el Senado a proposición del presidente, Vladímir Putin. La expulsión resultó una sorpresa para la mayoría de los políticos, aunque había sido pronosticada por un analista en el marco de la lucha interna del Kremlin. Oficialmente, Ustínov presentó por propia voluntad su dimisión, que Putin aceptó y luego envió al Senado.
Stanislav Belkovski, el analista que a mediados de mayo anunció la inminente caída de Ustínov, sostiene que su destitución es un importante triunfo del grupo liberal del Kremlin. Esta facción se opone al de los silovikí, es decir, los que provienen de las instituciones militares y de los servicios secretos. Ustínov era hombre de confianza de este último grupo: su hijo Dmitri, diplomado de un establecimiento de educación superior del Servicio Federal de Seguridad, está casado con la hija del vicejefe de la Administración presidencial, Ígor Sechin, uno de los líderes de los silovikí.
"Se trata de la última escaramuza en el entorno de Putin. En este caso, el primer viceprimer ministro, Dmitri Medvédev, ha asestado un duro golpe" a sus rivales, comentó Belkovski. Medvédev es el líder de los liberales y teóricamente el candidato de éstos para los comicios presidenciales de 2008, mientras que los silovikí favorecen la candidatura del otro primer vicejefe de Gobierno y ministro de Defensa, Serguéi Ivanov. Ese año, Putin finaliza su segundo mandato, y como la Constitución rusa no permite que sea reelegido por tercera vez, es natural que se agudice la lucha por la sucesión.
Pero la verdadera causa bien puede ser diferente, como argumentan otros analistas y políticos. Ustínov puede haber renunciado debido a causas de salud -sufre de diabetes-, opinan algunos, o su destitución puede estar relacionada con la lucha contra la corrupción, consideran otros.
Putin criticó recientemente la debilidad con que se combate este mal y destituyó a 14 funcionarios. Entonces, Ustínov amenazó con abrir nuevos casos criminales contra altos cargos. "Su posición comenzó a fortalecerse demasiado, lo que alarmó a muchos", opina Tatiana Stanovaya, del Centro de Tecnologías Políticas de Moscú.
Ustínov, de 53 años, encabezaba la fiscalía desde agosto de 1999. Bajo su dirección se produjeron las persecuciones contra los oligarcas Vladímir Gusinski y Borís Berezovski -ambos magnates con empresas de comunicación que se vieron obligados a huir para evitar la cárcel-, y el acoso de la petrolera Yukos, que ha terminado en su quiebra y en la condena del que era su presidente, Mijaíl Jodorkovski. La mayoría de los analistas opina que el sucesor de Ustínov puede ser el actual virrey del Cáucaso, Dmitri Kózak, ex vicejefe de la Administración presidencial y que conoce a Putin desde la época en que éste trabajaba en San Petersburgo.
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