Amor y revolución
La obra de Marcos Ordóñez (Barcelona, 1957) está marcada por la obsesión con lo espectacular en todas sus formas: teatro, cine, performance... y esta pasión viene traduciéndose desde hace ya muchos años (su primera novela, El signo de los tiempos, es de 1988) en textos con una conciencia clara de que éste sigue siendo el lugar privilegiado en donde se dinamizan nuestros mitos. Su último libro, si no recuerdo mal, fue Beberse la vida, un esbozo biográfico de aquella Ava Gardner que vino a España en los cincuenta y, mientras pudo, se coló con todo su glamour y sin llamar a la puerta en las habitaciones de los toreros y en los despachos de los consejeros delegados. Poco antes de esta biografía de la famosa actriz, Ordóñez publicó Comedia con fantasmas, una novela también farandulera y ágil, en la que un actor recordaba su vida.
DETRÁS DEL HIELO
Marcos Ordóñez
Bruguera. Barcelona, 2006
543 páginas. 17,90 euros
Sin embargo, en Detrás del hielo el mundo del espectáculo queda en un segundo plano. Frente a los anteriores, en los que vida y farándula lo eran todo, en Detrás del hielo Klara Liboch, que así se llama la protagonista, deja el teatro como telón de fondo para entrelazar dos tramas clásicas. Por un lado, la joven relata su iniciación en el amor con Oskar, un fotógrafo que irrumpe en su vida después de la muerte de su madre. Por el otro, narra los cambios en la situación política de su país, Moira (imaginario y vagamente eslavo), que auguran una dictadura populista de extrema derecha.
Estas dos líneas de acción de la novela se condensan en un solo personaje, Jan, amigo íntimo de Oskar y el auténtico amor de Klara. En Jan convergen la atracción del don Juan con la carga erótica del rebelde revolucionario, y sus apariciones y sus ausencias sirven para marcar los cambios en el tono narrativo y vital de la protagonista. Hasta tal punto es así que hay momentos en los que Klara abandona el yo autobiográfico puro, que recuerda los hechos en tercera persona, para interpelar a Jan con el tú. Jan se convierte en la voz a ti debida, y lo que era un discurso memorial se transforma en una epístola amorosa que busca con total naturalidad y una nostalgia perfectamente justificada (uno de los grandes aciertos de la novela) la confirmación de los hechos que está recordando.
A tenor del relato de Klara, el trío que forman ella, Jan y Oskar podría relacionarse con el Roché de Dos inglesas y el amor (Libros del Asteroide) o de Jules y Jim (Debate), y si pudiera ser así por la situación humana y sentimental, el ambiente de efervescencia sexual y política lo aproximaría a Los soñadores de Bertolucci. Detrás del hielo, en este sentido, es una gran crónica de la excitación juvenil, revolucionaria y amorosa -valga la redundancia- y de lo que queda después de las pérdidas a que nos enfrenta la vida (padres, amantes, expectativas, ambiciones profesionales). Las pasiones han cambiado, y el último espectáculo que nos brinda Marcos Ordóñez ya no es tanto el del teatro y sus dimensiones como la realidad de esas pérdidas que, en palabras de Gil de Biedma, son el único argumento de la obra.
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