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El cirujano Senderowicz operaba sin tener una sala de reanimación

Una clienta declara en el juicio que quedó mal tras una intervención

F. Javier Barroso

El cirujano Gerardo Raúl Senderowicz Hendler, acusado de la muerte de Débora Catalán, el 25 de enero de 2002, operaba en su clínica pese a no tener una sala de reanimación en condiciones. En la cuarta jornada del juicio que se sigue contra el cirujano testificó María Isabel Villarrubia Pardo, que también se sometió a una liposucción (reducción del tejido adiposo mediante la destrucción de la grasa, que precisa anestesia) en el local de Senderowicz. La operación salió mal y Villarrubia tuvo que ser operada una segunda vez.

"El explicar lo que me pasó a mí no lo hago por resentimiento ni por nada similar. Es una desgracia que no me gustaría que le pasara a nadie más. El doctor Senderowicz se ha olvidado de la ética profesional". Con estas palabras, María Isabel Villarrubia explicaba al tribunal los problemas que tuvo al someterse a una intervención de lipoescultura con el cirujano de origen argentino.

Villarrubia acudió en mayo de 2001 a la clínica Icema, que tenía Senderowicz en el número 59 de la calle de Maldonado (distrito de Salamanca) tras ver un anuncio de la clínica en la estación de metro de Cuatro Caminos: "Fue el que más me llamó la atención porque las intervenciones las hacía el propio médico, y no los auxiliares, como en otras". La paciente, de origen boliviano y que entonces llevaba seis años en España, quería quitarse la grasa que tenía en el abdomen y someterse a un levantamiento de las cejas y los párpados. Las intervenciones le costaron 4.700 euros, para los que tuvo que pedir un préstamo al banco.

Antes de ser intervenida, mantuvo hasta cinco entrevistas con el cirujano en la clínica Icema. Como Villarrubia no podía acudir entre semana a la consulta, fue citada un sábado por la tarde para ser intervenida. Antes de comenzar le pintó las rodillas, la cadera y el estómago con un rotulador para saber por dónde tenía que actuar. La operación duró una hora y media y en ella también participó la médica María Victoria Bonné, que también está encausada por la muerte de Débora Catalán.

Sin sala de recuperación

Tras la operación, la auxiliar de la clínica avisó al marido de Villarrubia y ambos se fueron en un taxi. La mujer vomitó varias veces antes de llegar a su domicilio. "No tenía ni sala de recuperación. Fue salir de la anestesia e ir directamente al taxi", añadió la afectada. Senderowicz le recetó una faja para que la llevara los días posteriores a la operación.

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Villarrubia hizo una descripción detallada de la sala de curas de la clínica Icema en la que fue intervenida. No medía más de 16 metros cuadrados. La estancia estaba decorada con vitrinas llenas de medicamentos. También había una camilla y aparatos para cirugía.

Los resultados de la lipoescultura no fueron los deseados y la paciente volvió a la clínica para quejarse a Senderowicz. Éste le dijo que esperara unos meses para ver cómo evolucionaba. A los seis meses fue intervenida de nuevo en la clínica Icema y el resultado tampoco fue el deseado. "El cirujano me dijo que, como tenía una cicatriz de una apendicitis, no quería llegar hasta esta zona. Tampoco me gustó cómo quedé tras la operación", protestó Villarrubia.

Senderowicz mandó a la paciente a una clínica para someterse a unos masajes que le mejorasen el estado. También le dijo que deberían de esperar un año para ver si la sometían a una tercera lipoescultura. Pero no hubo oportunidad, ya que Senderowicz se desentendió, según la paciente, de todos sus clientes después de que muriera Débora Catalán y le fue cerrada la clínica Icema. "Se ha portado muy mal conmigo. Me ha dejado tirada", añadió la mujer. "En mi opinión, le falta experiencia. A pesar de todo, ha tenido mala suerte", concluyó la paciente.

La cuarta sesión del juicio, que termina hoy con la lectura de las conclusiones definitivas por parte del fiscal y los abogados, acogió la declaración de dos anatomopatólogos. Éstos descartaron que Débora Catalán muriera como consecuencia de un shock anafiláctico producido por los anestésicos.

Una indemnización en el aire

El cirujano Gerardo Raúl Senderowicz se ha declarado insolvente en la instrucción del caso. Según los abogados de la acusación particular y de la acción popular, no existe ninguna propiedad a su nombre. Eso ha hecho que los letrados hayan centrado sus esfuerzos en que sean las compañías aseguradoras de los dos encausados las que respondan del pago de los 300.000 euros que han pedido de indemnización.

En el caso de la doctora María Victoria Bonné, el problema parece sencillo, porque tenía contratado un seguro de responsabilidad civil con Winterthur. Pero no lo tenía el cirujano de origen argentino.

Éste había contratado uno con la empresa Saint-Paul Insurances (absorbida después por Houston Casuality Company Europe), a través de la correduría de seguros Uniteco. Por un problema bancario, el recibo girado a Senderowicz por la aseguradora fue devuelto días antes de que muriera Débora Catalán (el 25 de enero de 2002).

El acusado intentó pagar el recibo por diversos métodos, según quedó constatado ayer en el juicio. Llamó a la compañía y a la correduría para hacer un ingreso en la cuenta; propuso hacer una transferencia e incluso hizo un giro postal. Todo fue inútil. La compañía se percató de que Senderowicz acababa de protagonizar el caso de Débora Catalán, por lo que rechazó el cobro de la cuota. De esta forma la póliza no estaba activa y la compañía podría evitarse el pago de las indemnizaciones.

Senderowicz se reunió varias veces con los responsables de Saint-Paul, pero no lograron aclarar el problema. Ahora será el trabajo de la titular del Juzgado número 21 de lo Penal, Mercedes Gutiérrez Suárez, si el cirujano estaba asegurado por Saint-Paul o, por el contrario, esta empresa no incumplió la Ley del Seguro y el Código Civil.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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