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Columna
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Confieso que he leído

Vicente Molina Foix

Ahora que la Feria del Libro de Madrid no publica listas, hago yo la mía, no de superventas sino de superlibros. Diez lecturas que a lo largo de los últimos meses me han acompañado, cautivado, intrigado. Y movido: unas a la risa, otras a la reflexión y hasta diría, sin ponerme demasiado solemne, que al borde del llanto. Diez recomendaciones hechas con el corazón lector, que es el más desprendido de los órganos.

1. Mi primer libro es el último que he leído y se llama Pasos (Editorial Pre-Textos). Tengo como costumbre higiénica leer todas las semanas al menos un libro de poesía, pero la semana pasada ha sido especial gracias a esta colección de 25 poemas de Mario Míguez. Como todos los pesimistas, Míguez posee la suprema generosidad de la renuncia, y en él el rechazo del lujo de las imágenes se compensa con la humilde búsqueda de una luz "para ofrecerla/al alma que carezca de palabras". Poesía honda pero no intrincada, emocionante sin exclamaciones, melancólica y nunca lastimera. Grandísima poesía.

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2 y 3. Más joven aún que Mario Míguez es Andrés Barba, cuya novela Versiones de Teresa (Anagrama) cumple brillantemente con uno de los fines para mí más nobles y menos frecuentes en la literatura, la ampliación del campo de lo decible, una experiencia semejante a la que emprende Edgardo Cozarinsky en su novela El rufián moldavo (Seix Barral), si bien Cozarinsky no explora el fondo abismal de los deseos, como Barba, sino la memoria arrancada de los judíos centroeuropeos afincados en la Argentina del medio siglo XX.

4. Éste es el único de mis 10 libros que usted no podrá encontrar fácilmente en las casetas del Retiro, pues, que yo sepa, aún no ha sido traducido. Hablo de Will in the world, una biografía algo fantasiosa pero arrebatadora de Shakespeare escrita por el siempre estimulante Stephen Greenblatt y que leí en la edición en paperback de Norton.

5. A principio de la temporada se publicó La guerra civil española (Crítica) de Antony Beevor, que leí con gran pasión no siempre acompañada de asentimiento, justo lo contrario de lo que me pasó con Ni una gota de sangre impura (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), en el que la antropóloga e hispanista belga Christiane Stallaert convierte un estudio en paralelo de la Inquisición y la limpieza étnica de los nazis en un estremecedor ensayo sobre las intolerancias.

6. He disfrutado mucho con el nuevo Kapuscinski Viajes con Herodoto (Anagrama), que no es un libro histórico sino una historia personal en la que se combina magistralmente el periodismo, el relato memorial y el reportaje.

7. El pasado sábado vi en el Teatro de la Abadía uno de los (pocos) grandes montajes de la temporada, el de Xavier Albertí de El hombre de teatro, que por desgracia ya no está en cartel. La escritura para la escena es una parte primordial y menos conocida de la obra de este inmenso escritor, y por eso recomiendo, aunque son libros de hace años y no sé si aún disponibles, Teatro (Alfaguara) y Ante la jubilación y otras piezas (Hiru), en ambos casos con la siempre fiable traducción de Miguel Sáenz.

8. Libro para leer todo el año, y no sólo por la riqueza escondida en sus mil páginas, es la Obra selecta (Tusquets) del fascinante y desde luego vigente literato inglés Cyril Connolly, donde se recogen, entre una gran diversidad de piezas menores y mayores, ensayos como Enemigos de la promesa, un libro que he tenido siempre no en mi cabecera sino en mi cabeza.

9. No mil sino casi tres mil páginas tiene el blockbuster de la temporada libresca, la bellísima edición en tres volúmenes que Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores ha hecho de la ya conocida traducción de Juan Vernet de Las mil y una noches, muy realzada por las bellísimas y nunca meramente ilustrativas ilustraciones del gran pintor (y hombre de teatro) Frederic Amat. El libro no es barato, y si usted, lector que me lee, pretende comprarlo en la Feria mejor es que vaya provisto de un carrito para transportarlo a casa. Ahora bien, una vez instalado en un atril o similar, el placer lo tiene garantizado. Todo el verano.

10. El último de mis elegidos también podría ser el primero, pues se trata de Cuerpos del rey (Anagrama), de Pierre Michon, uno de los "grandes". En la viñeta que Michon le dedica a Samuel Beckett está además cifrada la grandeza y la servidumbre de la feria, lugar donde se expone el mortal cuerpo del escritor y el reino, a veces imperecedero, de su texto.

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