Inaudita
El actor y director Antonio Banderas contó más de una vez la anécdota de que algunos paparazzi apostados frente a su chalet de Marbella, cansados de que el astro y su familia no se dejaran ver por las cercanías, arrojaban botellas rotas para que alguien se cortara y así tener la exclusiva, sangre, carreras y hospitales, que ansiaban. No hay por qué no creerle, toda vez que la profesión de fotógrafo de celebridades se ha convertido en los últimos años en algo sencillamente execrable: para ilustración de sus desmanes, ahí tienen ustedes este título, más tramposo que un mago de feria, menos excitante que buscar un refresco en el desierto del Sáhara.
Modesta, casi paupérrima producción de trama criminal, producida por el actor Mel Gibson, que se reserva un breve cameo en la función (por ahí aparece también Matthew McConnaghey haciendo de él mismo), y rodada como si de un telefilme se tratase, Paparazzi cuenta, con los modos tramposos de una película del tres al cuarto, la historia de cómo unos paparazzi destrozan la vida de un actor, hieren a su hijo y denigran a su mujer... hasta encontrarse, claro, con la tremenda reacción del asediado.
PAPARAZZI
Dirección: Paul Abascal. Intérpretes: Cole Hauser, Tom Sizemore, Robin Tunney, Daniel Baldwin, Dennis Farina. Género: criminal, EE UU, 2004. Duración: 81 minutos.
Con ser una película mala con avaricia, lo peor de esta nadería no es su dudosa factura profesional, sino la desfachatez predemocrática con que justifica la venganza como único remedio para preservar la sacrosanta institución familiar, el chalet, el 4 x 4, la piscina... y cómo deja en la impunidad a quien se toma la justicia por su mano.
Babelia
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