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Una victoria del pragmatismo

El cambio en la posición de Washington sobre el conflicto con Irán refleja la progresiva marginación de los neoconservadores -muy reducida su presencia en el Pentágono y eliminada en el Departamento de Estado- y el afianzamiento de la vía pragmática de Condoleezza Rice. Es también la reanudación de una política exterior bipartidista, después de las reuniones con antiguos responsables de política exterior de Gobiernos demócratas.

Cuando se acentuó la escalada nuclear de Teherán, en abril, se abrieron diversos debates en EE UU. El más sonoro fue el que desencadenó la habitual declaración presidencial de que "todas las opciones están sobre la mesa" que Bush pronunció el 18 de abril. Bush dijo también que la intención era resolver diplomáticamente la crisis, pero sus declaraciones coincidieron con informaciones que aseguraban que se preparaban planes de intervención militar que no descartaban bombardeos nucleares. Expertos como Richard Clarke advirtieron de que en caso de intervención militar, Irán podría "atacar instalaciones petrolíferas del golfo Pérsico, como en los años ochenta, y hacer que se dispare más el precio del barril de petróleo; usar su red terrorista contra objetivos de EE UU en el mundo, y movilizar a los chiíes en Irak".

A medida que avanzaba el proceso de presión sobre Irán en la ONU, el debate sobre la intervención -que algunos como Richard Haas, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, consideraban útil "porque da más fuerza a la diplomacia"- quedó superado por la discusión sobre la negociación directa, con partidarios tan destacados como el republicano Richard Lugar, presidente del Comité de Exteriores del Senado. En mayo, cuando el dirigente iraní, Mahmud Ahmadineyad, rompió un tabú que duraba 27 años -la interrupción de contactos con el Gran Satán estadounidense después de la crisis de los rehenes secuestrados en la Embajada de EE UU en Irán durante 444 días entre 1979 y 1981- y escribió una larga y retórica carta al presidente Bush, los partidarios del diálogo se multiplicaron: "No hay garantías de que funcione", dijo David Ignatius en The Washington Post, "pero estaremos en una posición más sólida si respondemos a la llamada al diálogo; la apertura no es una concesión, es un arma estratégica". En franca minoría y en retirada después de la catástrofe estratégica de Irak, el ala neoconservadora se resiste: "Hay que decir no a la estratagema iraní", en opinión de Charles Krauthammer. "Quieren dividir a los aliados, evitar que se hable de sanciones y ganar tiempo; es una trampa".

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