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Crítica:CANCIÓN | Mísia
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fuego de bengala

Los pies descalzos, los ojos cerrados y la frente mirando al cielo. Así aborda la portuguesa Mísia la primera parte de su recital. Concentrada, de negro hasta el suelo y un largo foulard blanco en los hombros. El fado tradicional requiere de ese rigor escénico y minimalista que ella dota de rasgos dramáticos con sutiles maneras. El trío de cuerda (bajo, viola de fado y guitarra portuguesa), a un lado de escenario, escasamente iluminado y tan de negro como ella, ahonda en esa atmósfera doliente, melancólica y nostálgica (saudade, dicen en Portugal) que el fado necesita para sentirse como parte del alma.

Mísia le pone a todo eso su especial pasión. Tan delicada, tan aparentemente fría, pero tan caliente de veras. Domina el fado, esa música urbana de los puertos atlánticos portugueses. Mísia interpreta fados tan clásicos como El cuervo, "el pájaro que se lleva nuestro corazón y la saudade cuando nos acostamos"; E se a morte me despisse (Y si la muerte me desnudara), donde habla de la muerte sin tristezas, o Fogo presso, que explica el encuentro físico entre dos amantes, "que se consumen como el fuego de una bengala". Acaso la imagen de las chispas saltando sea también la mejor manera de describir el recital de la cantante portuguesa que abría la sexta edición de Madrid EnCanto.

VI Madrid EnCanto

Mísia (voz), José Manuel Neto (guitarra portuguesa), Carlos Manuel Proença (viola de fado), Daniel Pinto (bajo acústico), Luis Cunha (violín) y Enzo d'Aversa (acordeón y piano). Teatro Albéniz, Madrid, 30 de mayo.

Dice Mísia que ella hace "jardinajes poéticos", y que no le gusta comentar lo que canta, "porque los fados no se pueden explicar". Sin embargo, ella no cesa de hacer descripciones de sus significados casi sin querer. Una excelsa interpretación de Lágrimas, de Amalia Rodrigues y Carlos Gonçalvez, según Mísia, le sirve para marcharse al descanso.

Sorpresa

Con tacones de aguja, traje de sastre, guantes color fucsia, la incorporación de un violinista y un pianista-acordeonista y con el trío de guitarras vestidos más alegres, Mísia ofrece una segunda parte dedicada de lleno a su reciente disco, Drama box, que compara con un hotel donde en cada cuarto o en cada suite hay una sorpresa. Es el disco que ha dedicado a su madre, bailarina de danza clásica española que a sus 81 años aún vive en su Barcelona natal: "Ella me descubrió la música, los fados, el tango, el bolero, la música española...".

Acude Mísia a Armando Manzanero nada más comenzar este tramo. Bolerazos con ecos de cuerdas portuguesas para Ese momento y Te extraño. De Fernando Pessoa y José Saramago roba textos para realzar otro par de fados, antes de abordar tangos como Naranjo en flor o Yo soy María o haber recordado otra vez a su admirada Amalia Rodríguez, a la que reserva "la suite más maravillosa del Drama box hotel".

Antes de terminar, echa pie a tierra y manda un beso al escenario del amenazado Albéniz. "Sé que los madrileños van a saber defender este bellísimo teatro".

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