Los Reyes rinden homenaje a los muertos del Yak-42 y las demás misiones de paz
"No podemos evitar el dolor de su ausencia, pero sí hacer justicia a su memoria", dice Alonso
Justo tres años después del tenso funeral de Torrejón (Madrid), que pudo haber acabado en graves incidentes de no ser por la presencia y habilidad de los Reyes, la familia real se reencontró ayer con los familiares de los 62 militares muertos en el accidente del Yak-42.
Es cierto que el de ayer no era un homenaje sólo para las víctimas del accidente de Turquía, sino para todos los caídos en operaciones internacionales y de paz desde 1987. Pero también es verdad que la mitad de los 124 militares fallecidos en estas dos décadas perecieron en dicho siniestro y que el monumento inaugurado en la lonja del Cuartel General del Ejército del Aire fue inicialmente concebido en exclusiva para ellos.
Por eso, cuando el Rey y el Príncipe se situaron frente a los más de 500 familiares, saludándoles militarmente desde la distancia, y José Antonio Gracia, hermano de una de las víctimas del Yakovlev, le hizo un gesto para que se acercase, hubo un momento de desconcierto. Por fin, se aproximó un ayudante del Rey, a quien Gracia entregó un CD. Si alguien temía una mala palabra de las familias, no había motivo: la grabación sólo contiene imágenes de los militares fallecidos, la mayoría en Afganistán, y música. Don Juan Carlos se acercó a agradecerlo.
"No podemos evitar el dolor de sus ausencias, pero sí debemos hacer justicia a su memoria", dijo el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, en un breve y emotivo discurso.
Desde ayer, una espiral de acero de cinco toneladas se eleva en el madrileño barrio de Moncloa como un pájaro a punto de echarse a volar. "La idea era escribir en el espacio, un concepto diferente del monumento funerario", explicaba su autor, el artista canario Martín Chirino. Al pie de la obra, 24 placas con los nombres de fallecidos, incluido el último, el cabo primero Javier López Peláez, muerto de un infarto en Kosovo el pasado 11 de abril (el mismo día que Alonso tomaba posesión de su cargo) y Mirko Mikulcic, el traductor croata fallecido en mayo de 1994, a quien con frecuencia se olvida.
Al acto asistió el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, pero no la presidenta regional, Esperanza Aguirre, que a esa hora ofrecía una rueda de prensa y luego viajó a Navarra. Madrid, al contrario que Zaragoza y Sevilla, todavía no ha nombrado hijos adoptivos a las víctimas del Yak-42.
Misiva de Bono
El ex ministro José Bono no asistió al acto, pero estuvo presente con sendas cartas a las familias de los militares fallecidos bajo su mandato y de las víctimas del Yak-42. "Cuando llegué al ministerio", dice en esta última, "hubo quien me quiso prevenir sobre los del Yakovlev. En Trebisonda [...] comprendí que recibieseis con recelo mis palabras pidiendo paz, piedad y perdón, porque el perdón y la paz sólo podían ser consecuencia de la verdad y del respeto. Una verdad que se había ocultado y que, poco a poco, hemos ido descubriendo todos. Y un respeto tan ausente que hasta el jefe del Ejército, cesado por el Gobierno a mi propuesta [alude al general Alejandre], llegó a fotografiarse en un Hércules, sonriendo, a los 10 días de la tragedia, y dedicando la foto a la prensa con una frase que no precisa comentarios: el Ejército no organiza viajes de novios a Cancún".
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