La realeza de los vinos
El Alcázar de Jerez acoge hasta el miércoles una muestra a la que acuden las mejores bodegas del mundo
El Alcázar de Jerez acoge desde ayer y hasta el miércoles Vinoble, la única muestra de vino de cuantas se celebran en el mundo dedicada exclusivamente a los caldos generosos, licorosos y dulces especiales. Una veintena de países de los cinco continentes, más de 400 bodegas y unos 1.200 vinos son las cifras de esta cita vinícola que se consolida con la presencia por segundo año consecutivo de Chateau d'Yquem, para muchos, la mejor bodega del mundo.
Los vinos más exquisitos y elaborados del mundo se pueden catar en estos días en Jerez. Centenares de sabores que despiertan la atención de unas 6.000 personas, entre profesionales y aficionados, que, cada dos años y desde hace dos lustros, se acercan a una de las capitales del vino para degustar los clásicos del sector y las últimas novedades del ámbito vinícola.
A pesar de que la mayoría de los visitantes, procedentes principalmente de Estados Unidos, Gran Bretaña y el continente asiático, son en mayor o menor medida expertos en la materia, como comentaba ayer el comisario de Vinoble, Carlos Delgado, este Salón, único en el mundo, está abierto a todo el que "sepa disfrutar del buen vino".
Caldos de vendimia tardía, como los franceses; de podredumbre noble, como los australianos, japoneses o sudafricanos; de hielo, como los alemanes o los canadienses; generosos, como los vinos andaluces de Jerez, Montilla-Moriles o Condado de Huelva, o los caldos que se producen a partir del milagro del hongo botrytis, como los exclusivos Tokaji de Hungría son, a grandes rasgos, los distintos tipos de líquidos que se distribuyen por los 85 mostradores del Alcázar.
Después de diez años, Carlos Delgado, con esta edición ya ha conseguido uno de sus objetivos: "Cerrar el ciclo histórico del vino". El visitante puede probar desde los productos de Georgia, en el Caúcaso, donde nació la primera cepa hace unos 3.500 años, los caldos del Líbano, clave en esa fecha en la difusión hacia el mercado Mediterráneo, hasta los más novedosos. Precisamente, estas dos zonas originarias del vino, junto a las marcas de Rumanía, son novedad en la presente edición de Vinoble.
Al margen de lo que se exhibe y puede degustar en los mostradores, el programa de Vinoble incluye las catas, y, entre ellas, la más esperada es sin duda la de Chateau d'Yquem. En la jornada de hoy lunes, sólo 80 personas seleccionadas por la propia bodega francesa de entre los 200 invitados de la organización participarán en una exclusiva cata vertical (desde el vino más joven al de mayor antigüedad) de cuatro añadas que llegan a alcanzar en el mercado precios de hasta 2.000 euros la botella. Estos precios se explican por la rigurosidad de la selección de la materia prima. En sus viñedos se recoge a mano la uva de la cepa grano a grano. Además, esta firma logra la combinación perfecta de los matices dulces y ácidos en la boca.
La jornada inaugural de Vinoble 2006 evidenció la demanda de los vinos de hielo, caldos muy dulces que se elaboran en zonas frías en las que se recoge el fruto una vez que está helado por las bajas temperaturas; y los de vendimia tardía, excepcionalmente dulces, ya que cuanto más se retrasa la recolección, más dulce y menos ácida es la uva.
Pero quizá, el rincón en el que se cataban los vinos húngaros de Tokaj fue el más visitado ayer en el Alcázar de Jerez. El hongo botrytis, maldecido entre los elaboradores de vino de todo el mundo, es el milagro de los Tokaji. Los frutos afectados por la infección pierden su contenido en agua, concentran el aroma, reducen su volumen hasta quedar el aszú, el secreto de los llamados caldos de lágrimas. Al hablar de esta firma, los expertos repetían ayer una frase del rey francés Luis XIV: "Tokaji es el Rey de los vinos y el vino de los Reyes".
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