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Sinergias, pero sin despidos

Gérard Mestrallet, hoy al frente de Suez y, a partir de diciembre, del grupo fusionado, ha prometido unas sinergias anuales de 500 millones de euros hasta 2009, de 600 millones de euros entre ese año y 2012, y de 1.100 millones de euros para los años venideros.

Unos objetivos que se conseguirán, según Mestrallet, sin necesidad de despedir a nadie, "pues los dos grupos son complementarios y no presentan redundancia ni en sus actividades ni en sus implantaciones geográficas".

Queda por escribir la historia real de la fusión, que llevaba tiempo estudiándose sin que nadie se atreviese a dar el paso. Fue la tentativa de E.ON de quedarse con Endesa lo que puso los pelos de punta a las autoridades francesas, que vieron cómo iba a nacer un gigante alemán al que no iban a poder hacer frente cuando su talla crítica fuese muy superior a la de GDF. Para convencer a los sindicatos y a los accionistas utilizaron la amenaza de una OPA de la italiana Enel contra Suez. Los accionistas franceses se plegaron a las consignas de "patriotismo económico" formuladas por el primer ministro De Villepin y su voluntad de mantener Francia como país industrial. ¿La OPA de Enel fue voluntaria? ¿La propiciaron los franceses? ¿Engañaron a Berlusconi? El tiempo lo dirá pero, de momento, si la Asamblea Nacional vota a tiempo la ley que debe permitir que el Estado pase por debajo del 70% del capital de GDF el nuevo grupo "pesará" 70.000 millones.

Y de su éxito económico y de su coste social depende que el Estado se atreva luego a embarcarse con la privatización del gigante eléctrico, una EDF cuyos sindicatos han dicho en repetidas ocasiones que no querían ver cómo sus privilegiados planes de pensiones pasaban a depender de los aleas bursátiles.

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