Alemania estrecha el cerco a los nazis
La policía intenta neutralizar a los 'ultras' para impedir manifestaciones y garantizar la seguridad en el Mundial de fútbol
Si hace unos meses el principal desafío para la seguridad de los estadios durante el Mundial de Fútbol de Alemania era la posibilidad de un atentado terrorista islámico, hoy el foco se ha trasladado a otra fuente de peligros: los ultraderechistas. La policía ya ha prohibido a los neonazis manifestarse en Gelsenkirchen el 10 de junio -en pleno Mundial- "para evitar que recorran las calles de Gelsenkirchen para difundir eslóganes racistas y xenófobos ante los ojos de la opinión pública mundial", en palabras del jefe de policía de Gelsenkirchen, Rüdiger von Schoenfeldt.
La policía alemana teme no poder garantizar la seguridad si los neonazis cumplen su promesa, anunciada en Internet, de marchar por las calles de Leipzig el día que Irán se enfrenta a Angola, para mostrar su solidaridad con el régimen del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad. "La policía no tiene durante el Mundial dotación personal suficiente para garantizar la seguridad en esas manifestaciones", explicó el presidente del sindicato de la policía, Konrad Freiberg, quien pidió a los tribunales que las prohíban a riesgo de que se produzca una "emergencia policial".
Los extremistas se sienten unidos al iraní Ahmadineyad por su negación del Holocausto
La ultraderecha alemana se siente unida a Ahmadineyad por su negación del Holocausto y su cuestionamiento del derecho a la existencia del Estado de Israel. El partido neonazi NPD anunció por su parte que planea llamar la atención del mundo con "acciones publicitarias creativas". El NPD quiere mostrar su solidaridad "con un pueblo que en un futuro no muy lejano podría soportar un ataque militar de Estados Unidos y sus aliados por no querer someterse al dictado del supuesto Occidente libre", declaró el presidente del NPD en Sajonia, Holger Apfel, evitando mencionar el Holocausto.
Los políticos alemanes apelan a la necesidad de evitar que "los ultras pongan a Alemania en evidencia ante el resto del mundo", en palabras del democristiano Wolfgang Bosbach. Sin embargo, olvidan que ya tiene resonancia mundial cada vez que nazis alemanes dan una paliza a un extranjero. La nueva atención de la opinión pública a la violencia xenófoba comenzó con la paliza que dos radicales dieron a un ingeniero alemán de origen etíope en Potsdam en Semana Santa (si bien ahora no está claro si fue paliza xenófoba o pelea entre borrachos). Las alarmas saltaron por lo cerca que estaba el comienzo del Mundial.
"Detrás de eso hay naturalmente grandes intereses económicos", explica Uwe-Karsten Heye, ex portavoz del Gobierno y hoy presidente de la asociación contra la xenofobia Gesicht Zeigen! (Dar la cara) Para salvar la imagen de Alemania se oculta la verdadera dimensión del problema. "Hay un miedo subyacente: ¿qué pasa si pasa algo? ¿Se asustarán los turistas, nos quedaremos sin los ingresos?".
Así explica Heye la polvareda que levantó la semana pasada su advertencia pública a los extranjeros cuyo color de piel no parezca alemán de no acercarse a determinadas zonas del este de Alemania, algo que muchas guías de viajes ya aconsejan. Al nombrar lugares vedados a los extranjeros dejamos esas zonas a merced de la ultraderecha, criticaban muchos. "Hay lugares en el este de Alemania donde no existe una resistencia real a los radicales de derechas. Incluso la policía se ha rendido ya en algunas localidades", contesta Heye.
En el último informe del Instituto Federal para la Protección de la Constitución (BFV), el servicio secreto alemán, queda claro que los extranjeros deberían evitar zonas del este del país. En la lista de los Estados federados con mayor frecuencia de ataques, los cuatro primeros son Estados de la antigua República Democrática Alemana (RDA). Frente a los 0,62 ataques por cada 100.000 habitantes ocurridos en Baviera en 2005 y los 0,41 de Hesse, en Sajonia-Anhalt se produjeron 4,29 ataques y en Brandeburgo 3,78.
"Nos tenemos que preguntar por qué en zonas de nuestro país las ideas derechistas son tan atractivas para los jóvenes. Debe de tener que ver con la falta de alternativas", apuntaba esta semana el ministro del Interior, Wolfgang Schäuble. Más del 5% de los hombres entre 18 y 24 votaron al NPD en las últimas elecciones. En el Este esta proporción llega casi al 10%. "No son sólo personas que están en el paro y acaban cayendo en las redes de esas agrupaciones, sino que también hay muchos que tienen su profesión y su empleo o están estudiando. En su mayoría son gente joven que llegan a este ideario a través de la música y luego los convencen para que ingresen en estas asociaciones, que en parte cooperan con el NPD", explicó esta semana el presidente del BFV, Heinz Fromm.
"Hasta ahora los grandes partidos alemanes no han conseguido incorporar la identidad y las experiencias de los alemanes del Este. El Partido del Socialismo Democrático (PDS) lo consigue cada vez menos, el NPD cada vez más", señala el periodista Toralf Staud en su libro sobre el NPD Moderne Nazis (Nazis modernos). "Las instituciones que en Alemania occidental mantienen unida a la sociedad son débiles en el Este". Al caldo de cultivo se sumó que muchos neonazis del Oeste se fueron a Alemania del Este tras la caída del Muro porque esperaban tener allí más éxito en su actividad proselitista. Y lo tuvieron.
Pero también existe el peligro de que la histeria acabe permitiendo abusos que disfracen la realidad. La sonada paliza en Potsdam al negro de origen etíope Ermyas M., ingeniero de 35 años, comenzó siendo un claro ataque racista, pero un mes después la policía ya dudaba de la primera versión y barajaba la posibilidad de que haya sido una pelea entre borrachos. Un adolescente de 16 años apuñaló en la noche del viernes a 28 personas en pleno centro de Berlín al término de la fiesta de inauguración de la nueva estación central de ferrocarril. La policía descartó que se tratase de un ataque racista, pero a sólo dos semanas del Mundial, el incidente provocó nueva preocupación sobre la seguridad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.