"Los heridos llegaban en motos o carros de caballos"
Caos en la ciudad histórica de Yogyakarta, cuyos habitantes, presa del pánico, temen regresar a sus hogares
En el momento del terremoto, el español Carlos Olmo se encontraba a unos 25 kilómetros de Yogyakarta, viajando en autocar para visitar el templo budista de Borubudur. "Más que el temblor, notamos algo raro, y cuando miramos, el volcán Merapi [que desde hace semanas está en alerta de erupción] triplicaba el tamaño de la nube de cenizas", asegura. Durante el camino de vuelta a Yogyakarta, Olmo pasó ante un hospital. "Era un caos, la gente llevaba por la calle colchones al hospital; los heridos llegaban en los medios de transporte más variados, como motos o carros de caballos", cuenta por correo electrónico.
De vuelta en la ciudad, hacia la una de la tarde, encontró su hostal intacto, aunque su cama "bloqueaba la puerta, ya que se había desplazado unos 30 centímetros". Desde entonces, se han sentido varios temblores menores, uno de los cuales obligó a desalojar el cibercafé en el que se encontraba. Olmo, que respondió a una petición de ELPAIS.es para contar su testimonio, viaja solo, y publica diarios en su web www.vagamundos.net, donde se puede leer su experiencia.
Aparte de Olmo, hay varios turistas españoles en la zona, algunos de ellos alojados en el hotel Meliá de Yogyakarta. Según el embajador español en Yakarta, Dámaso de Lario, están todos bien, informa Miguel Mora desde Singapur. Esa Embajada no tiene constancia de que haya víctimas entre sus ciudadanos. En Yogyakarta hay una colonia de unos 15 españoles. Según De Lario, algunos han informado de que sus propiedades habían resultado afectadas.
"He visto varias carreteras con grietas y bastantes edificios dañados", describe Olmo. "Un centro comercial Carrefour inaugurado hace tres meses está muy dañado, creo que irrecuperable". El seísmo se produjo temprano, a las 5.54 hora local. Si hubiera sido más tarde, opina el internauta, hubiera provocado muchas más víctimas.
La situación en la antigua capital histórica de Indonesia es desigual. Mientras que los hoteles y las zonas turísticas no parecen muy afectados, muchas viviendas, sobre todo casas bajas de barro o ladrillo, han quedado dañadas o destruidas, y sus habitantes tienen pánico a volver a las mismas. "Todavía tenemos miedo. No queremos volver a casa", cuenta Hendra, una de las cientos de personas que se han refugiado en la iglesia católica de Marganingsih, en Yogyakarta, según la BBC. "Está totalmente oscuro. Tenemos que usar velas, y ahora estamos sentados fuera. Tenemos demasiado miedo como para dormir dentro. La radio dice que habrá más terremotos", destaca Tjut Nariman, que vive en las afueras de la ciudad, citado por Reuters.
El temor a las réplicas del seísmo es una de las causas -además del desbordamiento que sufren los hospitales- de que muchos de los heridos se encuentren fuera de los centros sanitarios, en vez de dentro, según explica Belén Pedrique, de Médicos Sin Fronteras (MSF), que coordina desde Yakarta el personal y los envíos de material de la organización a la zona del terremoto.
"Estaba en mi hotel durmiendo, y todo empezó a moverse: el suelo, las paredes, todo", relata la neoyorquina Paulette Song sobre el momento del seísmo. "Tenía mucho miedo, pero salí y vi más gente, y me sentí mejor". Song trabaja para Oxfam Internacional y, durante las tres pasadas semanas, estuvo en la ciudad de Banda Aceh, al norte de Indonesia, la más dañada por el tsunami que arrasó la región de Aceh y las costas de otros 12 países, al final de 2004. Song llegó a Yogyakarta para pasar un fin de semana de vacaciones en esa bella ciudad. Ahora se quedará en la zona, donde Oxfam cuenta con 20 personas, para trabajar en las tareas de ayuda. Su hotel no sufrió apenas daños. Según describe, los edificios que ha visto más afectados son pequeñas casas y tiendas de una sola planta, que se han derrumbado, mientras que los hoteles no han resultado casi dañados. Así, el de la cadena española Meliá sólo tiene daños superficiales, informa Europa Press. Carlos Olmo también cuenta que la zona más turística, en torno a la calle Maliobor, apenas se vio afectada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.