Un vecino de la calle de Sangenjo se encadena a un parquímetro como protesta
La revolución de los parquímetros ya tiene su particular héroe. Ayer, Jesús Otero, de 71 años, portavoz de la Plataforma contra los Parquímetros de Fuencarral y vecino de la calle de Sangenjo, se encadenó al parquímetro de enfrente de su casa. Otero permanecerá 30 horas junto a la polémica máquina, desde las 12 del mediodía de ayer hasta las ocho de esta tarde, "para poder asistir a la manifestación de cada jueves", explicaba.
"La baronesa Thyssen amenazó a Gallardón con encadenarse a un árbol si seguía con su proyecto y obtuvo una moratoria de seis meses", relataba ayer desde su particular encadenamiento. "Yo no amenazo con atarme; yo me ato", indicó Otero. "Si ella consiguió la moratoria con su amenaza, nosotros esperamos conseguir lo mismo. Vamos a comprobar si el alcalde tiene el mismo trato con un ciudadano normal y corriente", dijo desafiante. Los vecinos exigen un aplazamiento de seis meses de la entrada en funcionamiento del SER, "para poder estudiar barrio por barrio las necesidades de aparcamiento", explicó Otero.
El parquímetro al que se encadenó, que como la mayoría de la zona se encuentra fuera de servicio, pretende imitar la figura de la baronesa Thyssen. Para ello ha sido ataviado con una cabeza de muñeca con pamela, además de con una rebeca y un sujetador negro, un colgante, una falda blanca con lunares y unas botas negras.
"Quiero trasladar mis respetos a la baronesa", manifestó Otero, quien recordó que no pretende "ridiculizar" a Carmen Cervera, sino "invitarla a que nos conozca y a que nos ayude a luchar contra los parquímetros".
Otero dispone de una colchoneta que unos vecinos han sacado de un contenedor para, "al menos, estar en posición horizontal algunas horas". Su esposa le baja regularmente comida.
"Me ha traído unas lentejas buenísimas para comer", explicó. Como si fuera Simón el Estilita en la película de Buñuel, los vecinos peregrinaron a lo largo del día hasta el lugar de martirio para charlar con él y ofrecerle tentempiés. "Los vecinos me han traído más de lo que puedo comer o beber", decía agradecido.
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