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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Un nuevo país

El pasado día 21 de mayo de 2006, 219.683 personas votaron en Montenegro a favor de que éste se convierta "en un país soberano con todos los derechos a nivel internacional". Sin embargo, la opinión pública occidental, en concreto la española, debería conocer muchos datos históricos antes de interpretarlo como el penúltimo gran golpe (el último será el arrebatar Kosovo) que recibe ese "país de genocidas y asesinos" que se considera Serbia.

Primero: el fundador y la figura más emblemática de la nación montenegrina, Petar P. Njegos, definía su propio pueblo como serbio, aunque ahora los independentistas quieran ignorar esos pasajes de sus obras.

Segundo: Milo Djukanovic estuvo entre las filas socialistas de Milosevic durante los años noventa, y sólo cuando vio la oportunidad de incrementar su poder separándose de éste se le enfrentó.

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Tercero: los montenegrinos han vertido su sangre junto a los serbios en todas las matanzas y persecuciones de las que fueron objeto por parte de turcos, alemanes, croatas, albaneses...

Jamás el nacionalismo serbio se podría sentir herido por este referéndum, tan sólo entristecido por ver cómo intereses políticos de una minoría rompen el lazo de sangre forjado a lo largo de siglos de sufrimiento y también de victorias conjuntas.- Marko Bellotti.

Parece que el caso montenegrino está generando bastante preocupación en ese sector de población que se preocupa por un concepto bastante abstracto que denominan "la unidad de España". Todo el mundo lo está relacionando con Catalunya o Euskal Herria y, aunque no es del todo comparable, se ha convertido en la nueva caja de Pandora de la derecha española.

Yo, particularmente, odio los nacionalismos y los declaro públicamente, junto con las religiones, como las excusas iniciadoras de la gran mayoría de guerras de los últimos tiempos. Pero, a la vez que odio todo eso, también me gusta defender la oportunidad que deberían tener todos los pueblos para autodeterminar su camino democráticamente. Hoy Montenegro nos sirve de ejemplo. Sus motivos tendrán y no creo que deba ni pueda analizarlos. Me quedo con el resultado del referéndum y les doy mi más sincera enhorabuena.

Así que, por la autodeterminación, me decanto finalmente por un rotundo a este referéndum y a todos los que están por llegar, ya sea a la vuelta de la esquina o un poquito más lejanos.

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