España: inestabilidad y protestas
La carrera investigadora en España está llena de inestabilidad, al estar marcada "por la discontinuidad entre las distintas etapas que la conforman", según un portavoz de la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI)-Precarios, integrada por 19 asociaciones. Ésta es una descripción suave. Otra es que, simplemente, no existe. Un español aspirante a investigador puede aspirar a una beca de doctorado, a una postdoctoral, a otra postdoctoral... ¿Y después qué? Los tres destinos posibles son la universidad, los organismos públicos de investigación y el sector privado, muy minoritario. La dificultad de acceder a una plaza estable -no necesariamente de funcionario- convierte en normales los casos de investigadores con buen currículo pero con situación laboral muy insegura, o con estatus de becario, hasta cerca de los 40 años.
La FJI convocó el pasado sábado una manifestación de protesta bajo el lema "Por la dignidad en la investigación". Pide, entre otras cosas, "el estudio e implantación de una carrera investigadora coherente y digna, que conlleve el reconocimiento laboral y la protección social completa para todos los investigadores".
A la convocatoria se sumaron los investigadores Ramón y Cajal, un programa puesto en marcha en 2001 para paliar la fuga de cerebros, y para ofrecer en España algo parecido a la carrera científica estadounidense, en la que un contrato inicial de cinco años llega a ser permanente si se superan determinadas evaluaciones. Nunca hubo, sin embargo, un compromiso formal de que se les contrataría al acabar ese período. Muchos del primer año han conseguido plaza, pero otros no y se sienten defraudados. Y para muchos el verdadero problema de estos cajales se presentará los años siguientes, a medida que vayan acabando los contratos.
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