Julián Gállego, historiador y crítico de arte

En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ondeó ayer a media asta la bandera española, en duelo por la muerte a los 87 años del profesor, historiador y académico Julián Gállego, maestro español de la crítica de arte, cuyos restos se incineraron por la mañana.

"Sus últimos años fueron muy tristes desde que le operaron de las rodillas y quedó inválido", señaló el director de la Academia, Ramón González de Amezúa, que le recordó como "un hombre sabio, de una cultura inmensa, y un aragonés cordial. Como historiador del Arte, Gállego fue una autoridad mundial, un investigador de primera clase", dijo Amezúa. "Y hasta que sufrió ese desgraciado accidente era un asiduo de la Academia, acudía a todas las sesiones, tenía intervenciones muy sabias, un gran humor y le apreciábamos muchísimo".

El vicedirector Pedro Navascués le visitó el año pasado para entregarle el premio Barón de Forna que le otorgó la Academia, en la residencia donde estaba ingresado desde aquella operación, sin que quisiera visitas. "Le encontramos leyendo un libro, pues se mantuvo activo gracias a su enorme capacidad intelectual y, hablando con el médico, afrontaba con valor su esclerosis generalizada", dijo Navascués, y anunció que la Academia le dedicará un homenaje.

Nacido en Zaragoza el 7 de enero de 1919, Julián Gállego Serrano se doctoró en Historia del Arte en la Universidad de la Sorbona, en París, donde fue ayudante de Investigación en la Escuela de Altos Estudios. Allí descubrió su pasión por la docencia. Cuando regresó se instaló en Madrid, empezó en la Universidad Autónoma como profesor adjunto de Historia del Arte y luego pasó a la Complutense, donde fue catedrático hasta su jubilación en 1986, y después emérito.

Deja obras como Visión y símbolos de la pintura española del Siglo de Oro (1968), un libro de repercusión internacional, en el que introdujo elementos políticos y sociológicos en el tratamiento del arte, recordó Navascués. Víctor Nieto, director del museo de la Real Academia, señaló que esta obra "marcó un antes y un después" en la pintura. Destacó la pasión de Gállego por Velázquez y el texto que escribió para el catálogo de su gran exposición, "que hoy merecería reeditarse", recalcó.

En esos años Gállego escribió en la revista Goya unas críticassobre arte contemporáneo que traían a aquella España encerrada noticias frescas sobre las nuevas visiones del arte y la vanguardia. En 2002 reunió en De Velázquez a Picasso. Crónicas de París(1954-1973) todos esos artículos, que constatan la creciente influencia de Nueva York.

En 1987 fue elegido miembro de la Real Academia de Bellas Artes. Su discurso de ingreso versó sobre La arquitectura desde lapintura. Gállego deja otros ensayos sobre arte como El cuadro dentro del cuadro, El pintor, de artesano a artista o Goya, dibujos del Museo del Prado (1961).