ETA aprende a hablar
Hubo un tiempo en que ETA difundía pocos comunicados, uno cada muchos atentados. En el último periodo, desde que no mata, difunde muchos. La regla vale también para la longitud de las entrevistas. Dieciséis páginas de periódico, entre las versiones en euskera y castellano, ocupaba la publicada ayer en el diario Gara. Como es difícil llenar tantas páginas con ideas nuevas, los encapuchados se copiaron a sí mismos y repitieron lo ya dicho en el último Zutabe, su boletín, en el que antes publicaban las reivindicaciones de los atentados y actualizaban las amenazas y ahora vierten sus reflexiones sobre temas políticos.
Desde luego, es mejor que hagan esto a lo de antes, pero ¿no hay una cierta incoherencia en que una organización armada diserte tan profusamente sobre asuntos políticos en una entrevista en la que comienza por reconocer que una cosa es la negociación de ETA con "los Estados", y otra la de "los agentes" políticos, o sea los partidos, sobre el "futuro de Euskal Herria"? ¿A qué viene que una banda terrorista amoneste a los partidos y les diga lo que tienen que pensar y hacer, y lo que tienen que negociar? ETA carece de cualquier representatividad, y su brazo político, en sus diferentes encarnaciones, ha obtenido, en promedio, en las ocho elecciones autonómicas celebradas hasta el momento, el 15,37% de los votos en Euskadi, y porcentajes muy inferiores en los otros territorios que reivindican. No es suficiente para hablar en nombre de los vascos o de Euskal Herria. Dice ETA que la clave es el compromiso de respetar lo que los vascos decidan. Pero es ETA quien no ha respetado lo que los vascos llevan muchos años decidiendo.
Los encapuchados están ahora ensayando un discurso político que justifique el alto el fuego. A tal fin, sostienen que si han podido dar ese paso es porque, gracias a su lucha (eufemismo para referirse a actuaciones como la de poner bombas en supermercados), lo que antes defendía la izquierda abertzale en solitario es ahora asumido "por muchos agentes y partidos", en referencia a los nacionalistas. Pero, entonces, ¿por qué critican tanto a Ibarretxe y, aún más, a Imaz?
Están aprendiendo a hablar sin bombas y la falta de costumbre les lleva a tomar sus convicciones (o creencias) por derechos indiscutibles, que los demás deben limitarse a reconocer: su programa soberanista, por supuesto, pero también el derecho a vivir a costa de la extorsión, porque "la lucha de liberación continúa" y ello acarrea "necesidades, incluidas las económicas". La coacción de cuadrillas de acoso (que incendian ferreterías de concejales) es "la manifestación del enfado y la respuesta popular"; y una condición para que el proceso avance es que "cese la represión", es decir, la aplicación de la ley a quienes cometen delitos.Pronto se cumplen tres años sin muertos, y ese dato objetivo es el principal argumento para confiar en que el alto el fuego sea irreversible. Seguramente, los jefes de ETA dudan todavía y por eso tantean las resistencias (del Gobierno, los partidos, la opinión pública) a sus pretensiones. Mañana se cumple un año de la resolución del Congreso. La respuesta de los firmantes debe ser (ésa fue la tónica de sus reacciones ayer) reafirmarse en lo entonces votado: que la condición para que haya un proceso de diálogo con ETA es que la banda acredite antes su voluntad de retirada sin vuelta atrás y que no habrá contrapartidas políticas.
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