La policía decomisa un Stradivarius a una red de proxenetas que dirigía un recluso
La policía ha desarticulado una red de proxenetas rumana que, además de comprar y traficar con mujeres, se había hecho con el control de calles y autovías de varias ciudades españolas para que en ellas sólo ejercieran las prostitutas del propio grupo. La banda era dirigida desde la cárcel de Topas (Salamanca) por un rumano llamado Catalín. El grupo tenía en su poder un violín Stradivarius Cremonensi, de 1715, de gran valor.
La red había comprado a decenas de chicas en su país por entre 800 y 1.000 euros. Habitualmente las traían a España como turistas y las alojaban en casa de una mujer de confianza de la red, que las sometía a vigilancia. Las mujeres eran obligadas a prostituirse, durante 10 horas diarias, en calles, autovías o polígonos industriales controlados por la banda. Si algún otro proxeneta quería que una de sus prostitutas trabajase en esa zona, debía pagar unos 300 euros semanales, en concepto de alquiler de la plaza.
La deuda contraída por las mujeres se la cobraban los extorsionadores cada cuatro días, en función de las ganancias de las chicas. Un total de 13 personas han sido detenidas durante la operación, en la que también se han practicado cinco registros, entre ellos uno en la celda de la cárcel de Topas, donde el jefe dirigía sus negocios con un teléfono móvil, hábilmente camuflado en una lata. En los registros fue hallado un violín marca Stradivarius Cremonensi, ordenadores portátiles, varias navajas, diversas joyas, un lector de tarjetas, seis sprays de defensa personal, una pistola eléctrica, un puñal y dos navajas.
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