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Entrevista:DANIEL COHN-BENDIT | COPRESIDENTE DE LOS VERDES EN EL PARLAMENTO EUROPEO | ENTREVISTA

"La élite política francesa no es capaz de hacer reformas"

Andreu Missé

Aunque ha tenido que adaptar su discurso a las nuevas demandas sociales y extremar su sentido práctico y posibilista, Daniel Cohn-Bendit mantiene un radicalismo visceral cuando se trata de defender la democracia. Cuarenta años de práctica política han convertido a este ideólogo de la acción directa en un vigoroso defensor de las prácticas democráticas en una sociedad que, en su opinión, carece de dirigentes para realizar las reformas necesarias. En la actualidad es copresidente del grupo de Los Verdes en el Parlamento Europeo.

Pregunta. La retirada por parte del Gobierno francés del proyecto del Contrato de Primer Empleo (CPE) ¿ha sido una victoria del movimiento estudiantil?

Respuesta. Sí es una victoria en el sentido de que la iniciativa del Gobierno era cambiar un tipo de contrato de trabajo, de hecho el mercado de trabajo, sin negociación. Esto era una iniciativa sin credibilidad que se quería aplicar sin explicarla previamente a la sociedad, y, por supuesto, no ha funcionado. El problema es que además se ha querido introducir la flexibilidad en el mercado de trabajo empezando por los jóvenes. Esto es un mal planteamiento, porque en principio supone aumentar la precariedad de los jóvenes, que son los que más la padecen.

"La Comisión Europea plantea que la solución está en la llamada flexiseguridad, que los trabajadores tengan un seguro automático cuando pierdan el empleo"
"La idea de un modelo social europeo es muy compleja. Lo que está claro es que hay que intentar exportar o aplicar el modelo europeo en Estados Unidos o China"
"Los Verdes planteamos un referéndum a doble mayoría. Mayoría de ciudadanos y de países. Y los países que digan que no deberán decidir si continúan en Europa o salen"

P. ¿Piensa que el CPE hubiera podido reducir la tasa de paro del 22% que sufren los jóvenes franceses?

R. No lo creo. El paro de los jóvenes franceses es un problema de formación, y, si comparamos con otros países con fuerte paro como Alemania, vemos que el desempleo no está tan centrado en los jóvenes porque tienen una mejor formación.

P. ¿Cree de verdad que lo único que buscan los jóvenes en Francia es la seguridad?

R. Es evidente que los jóvenes en Francia están angustiados. El motor de este rechazo, de esta revuelta está claro. Ésta es la gran diferencia con el movimiento de mayo del 68, que no fue un movimiento por la seguridad. Los sondeos de opinión dicen que el 70% de los jóvenes franceses quieren ser funcionarios del Estado. Usted dice a un joven si quiere trabajar al otro lado del Atlántico y le ofreces un barco o un pequeño velero. ¿Qué tomará?, el barco, aunque el velero sea más apasionante. Por esto creo que hoy día el gran problema es, pues, cómo introducir la seguridad en la necesaria flexibilidad.

P. Pero los jóvenes franceses dicen que defienden derechos, y los derechos son el resultado de una larga historia de lucha social que no van a permitir que se cambie por un decreto.

R. Los jóvenes de Francia luchan por la seguridad en el trabajo, esto es verdad. Es la inseguridad en el empleo la que ha creado esta situación. Es necesario, por tanto, cambiar la legislación del trabajo; pero esto hay que hacerlo de otra manera, es una tarea muy, muy difícil. Hay quien piensa que la sociedad francesa no es reformable. En realidad, es la élite política francesa la que no es capaz de hacer reformas. Reforma exige un savoir faire. Y este savoir faire no lo tiene este Gobierno.

P. La Comisión Europea plantea que la solución está en la llamada flexiseguridad, en modelos como Dinamarca, donde los trabajadores tienen un seguro automático cuando pierden el empleo, pero esto requiere más impuestos. ¿La sociedad francesa aceptaría pagar más impuestos?

R. Éste es realmente el verdadero problema. Hoy día, la contradicción de la sociedad es que se quiere más seguridad, sin impuestos, sin Estado, sin un Estado que sea capaz de proporcionar esta seguridad. Si se plantea la seguridad, si se plantea la flexiseguridad es necesario que existan unos recursos suficientes para el Estado. Entonces hay que plantear qué tipo de impuestos, quién paga los impuestos, cómo se pagan estos impuestos. Éste es un amplio debate.

P. ¿Los jóvenes franceses tienen más conciencia social, más conciencia política que los jóvenes de otros países europeos?

R. No, no. Es cierto que hay cierta tradición de cultura de revuelta en Francia, que parte de la cultura del imaginario del Mayo del 68, y seguramente de mucho más atrás, que podría remontarse hasta la Revolución Francesa. Pero en otros países europeos los jóvenes también están activos. Hay maneras muy diferentes de expresarse por parte de los jóvenes. En España, por ejemplo, la victoria de Zapatero ha sido el resultado de la movilización de los jóvenes españoles.

P. Entonces, ¿cuál es la relación entre la revuelta de marzo de 2006 y el Mayo del 68?

R. Son muy diferentes. La revuelta del 68 es una revuelta en una sociedad que no conoce el paro. Es un movimiento que luchaba contra la inactividad de las instituciones existentes que consideraba agotadas. Quería construir una nueva sociedad. Era todo lo contrario a la situación actual, que refleja una generación de jóvenes que tiene miedo de la precariedad y del desempleo.

P. ¿Hay alguna vinculación entre la revuelta de marzo de 2006 y el no a la Constitución Europea?

R. Efectivamente, en Francia ha habido un gran debate sobre la Constitución Europea. Un debate en el que yo he defendido abiertamente esta Constitución. Recuerdo que, en uno de los debates que se llevaron a cabo, me encontré con una mujer de unos cuarenta años, con dos hijos, que después de una larga discusión me dijo: "Quizá, verdaderamente tengas razón, tus argumentos probablemente son buenos, pero yo tengo una necesidad existencial de decir no". Y éste es precisamente el vínculo entre la revuelta de los jóvenes y el rechazo del CPE y el no a la Constitución. La sociedad francesa hace su evolución, pero no es capaz de hacer las reformas necesarias.

P. ¿Existe un modelo social francés o un modelo social europeo, con valores característicos que hay que defender frente al modelo norteamericano o el chino?

R. La idea de un modelo social europeo es muy compleja. Lo que está claro es que no hay que intentar exportar o aplicar el modelo europeo en Estados Unidos o China porque no funcionaría. Europa tiene que defender sus modelos. Y tiene que conseguir que aumente la democracia en todas partes. Lo fundamental es la democracia. China es una dictadura en un sistema capitalista. Lo que tiene que proponer Europa es que China se democratice, pero esto es algo que, antes de todo, deben decidir y hacer los chinos.

P. Parece que el periodo de reflexión sobre qué hacer con la Constitución Europea después de los noes de Francia y Holanda apenas ha producido resultados. Primero se hablaba de esperar al resultado de las elecciones presidenciales en Francia en 2007, ahora ya se habla cada vez más de aplazar la solución hasta 2009, con ocasión de las elecciones europeas.

R. Hace falta encontrar una oportunidad. Después del Tratado de Niza todo el mundo estaba satisfecho, parecía que no había ningún problema en el camino. Después del no francés y holandés y algunas actitudes de obstrucción, como la de Polonia, el proceso se ha parado. Pero también tenemos el a los referendos en España y en Luxemburgo, que son muy importantes, y no podemos, por supuesto, olvidar a los países que ya la han ratificado. Con la conclusión de la ratificación por Estonia el 9 de mayo, son ya 15 los países que han dicho a esta Constitución. Yo no sé si la solución será en 2007, en 2008 o en 2009. Pero sé una cosa: muchos países, ante el crítico problema de la degradación climática, ante el problema de la globalización, ante el problema de la hegemonía americana, diferentes países, por diferentes razones, piden cada vez más Europa. Europa es cada vez más su referente y representa un valor añadido y no una limitación de sus derechos. Pronto, en los próximos meses, en los próximos años, nos daremos cuenta de que en los procesos de decisión es imposible la unanimidad. Por tanto, habrá, no sé si en un año o en dos años, un momento en que de pronto aparecerá una oportunidad. Porque la situación actual es insostenible. Ya se está llegando a la percepción de que esta idea del mercado simplemente no funciona. Porque el mundo es mucho más que el mercado.

P. ¿Pero cómo será este proceso?

R. Se irán produciendo diferentes propuestas. El periodo de reflexión conducirá al final a que se presenten distintas alternativas sobre la Constitución. Alemania hará su propuesta y los otros países también lo harán. Igualmente, los partidos políticos presentarán sus respectivas iniciativas. Y todo esto será al final del periodo de reflexión, que conducirá a una confrontación.

P. ¿Pero será necesaria una confrontación?

R. Sí, y esto será lo realmente interesante. Nosotros, por ejemplo, Los Verdes, defendemos la idea de un referéndum europeo, una decisión europea. Nosotros planteamos un referéndum europeo a doble mayoría. Mayoría de ciudadanos y mayoría de países. Y los países que digan que no, deberán prever, deberán decidir si continúan en Europa o salen. La confrontación terminará por el hecho de que al final habrá que tomar una decisión. Y entonces, en la manera de tomar esta decisión, se producirá quizá una refundación. Entre los que querrán seguir adelante y los que no querrán.

P. En este periodo de confrontación, ¿puede ayudar el cambio del mapa político europeo?

R. Ya se está produciendo una situación política interesante. Zapatero y Prodi empujarán seguramente en una dirección. Tendremos a los austriacos y los alemanes, que también quieren, en cierta manera, la Constitución, y empujarán de otra manera. Tenemos ya muchas fuerzas que se pondrán sobre la mesa, se confrontarán y darán resultados.

Daniel Cohn-Bendit, en un momento de la entrevista.
Daniel Cohn-Bendit, en un momento de la entrevista.MONASSE/MODUSPHOTO

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