¿Dónde se le lincha?
El estruendo político impide ver el ladrillo. Y aunque los populares son ya unos virtuosos en la estrategia del ruido, no pueden evitar ciertas fugas, en el teatro de sus operaciones. Inesperadamente, al cuentacuentos del PP en el Congreso y ex presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, dos empresarios subcontratistas imputados en el caso Terra Mítica, lo meten en el saco de los presuntos trapicheos y cobros de comisiones ilegales, de las obras en el parque temático de Benidorm. Las confesiones de ambos empresarios al diputado autonómico socialista José Camarasa, fueron grabadas por el mismo, quien, con su compañero Antoni Such, han presentado una denuncia a la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia valenciano, con las grabaciones, hechas públicas recientemente por la SER.
Ante estos acontecimientos, el cronista respeta la presunción de inocencia, pero se niega a vendarse los ojos y aun menos la palabra. Y curiosamente está de acuerdo con el presidente del PP alicantino, José Joaquín Ripoll, quien con una pretendida ironía, que no pasa de irrisión, afirma que todo este asunto está manipulado a base de supuestos: supuesto fraude, supuesta denuncia, supuestos cobros, supuestos personajes.
Pues bien, si no hay evidencias, pruebas, sentencia firme, así debe ser o así debiera ser, pero para todos. Y sin embargo, el cronista, como cada quisque, observa que nuestros parlamentarios no guardan presunción alguna a la hora de lanzarse acusaciones graves, descalificaciones e insultos, mayoritariamente desde la bancada del berrido, que lo orquesta casi a diario y con todo desparpajo.
El cronista se pregunta si acaso es que sus señorías gozan de algún especial privilegio que les permite actuar tan irrespetuosamente, sin que tengan que dar cuentas a nadie de las barbaridades que dicen. Porque una perversión tan ostensible de nuestra realidad política y parlamentaria lesiona la dignidad y la confianza del pueblo. Y eso merece, cuando menos, un escarmiento ejemplar. Y de tales comportamientos, son maestros, entre otros, Acebes y Zaplana. Pero, ah, la grandeza de la democracia, de la que son devotos -o no, Rajoy dixit- les ofrece una reparación, dentro de lo posible. Zaplana, en las próximas horas, ha anunciado que se querellará contra esos empresarios y esos diputados socialistas, que supuestamente lo han dejado en supuestas pelotas. Y a esperar. Pero hay indicios y conjeturas y algo más que rumores, se supone, en todo esto. Glòria Marcos, coordinadora de EU, ha sido muy contundente, pero cauta, cuando ha manifestado: "La acumulación de sospechas de corrupción sobre Zaplana ya no permiten que continúe en la vida pública (...) Todas las piezas sobre Terra Mítica, su función, la forma de construirse, etcétera, comienzan a encajar y la que era la gran pirámide de Zaplana, corre el riesgo de ser su tumba política".
Zaplana, mientras, afirma que es la (supuesta) víctima de un (supuesto) linchamiento, porque lo han implicado un supuesto fraude de facturas. Aquí, ya ve, solo el ladrillo es la certeza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.