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De Mingo daba "pavor" a sus compañeros, según un testigo

Fernando A. V., el novio de la médica residente Leilah E. O., que falleció en abril de 2003 tras ser acuchillada por la doctora Noelia de Mingo, declaró ayer como testigo en la cuarta sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial contra la médica. Según su testimonio, la acusada daba "pavor" a la gente que trabajaba con ella en la Fundación Jiménez Díaz porque se reía "sin sentido", escribía con el ordenador apagado y solía "acechar" a sus compañeros tras las puertas.

El fiscal pide 65 años y 11 meses de prisión para la procesada, a la que imputa tres delitos de asesinato, cuatro de asesinato en grado de tentativa, un delito de lesiones y una falta de lesiones graves. La acusación particular reclama, por su parte, más de 85 años de prisión.

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Fernando A. V. declaró que su novia le había dicho muchas veces, especialmente en los últimos cuatro meses, que tenía "mucho miedo" de Noelia de Mingo porque ésta solía protagonizar situaciones anómalas, tales como rellenar mal las historias clínicas o mandar análisis a los pacientes sin haberlos reconocido, hechos que Leilah consideraba "un error de bulto hecho aposta".

"Leilah tenía miedo de Noelia porque cuando estaba escribiendo notaba su presencia a sus espaldas durante unos minutos, mirándola de arriba abajo. Le tenía envidia porque ella tenía más atribuciones que De Mingo, a pesar de ser más joven", explicó.

Éste agregó que conoció los hechos a través de su madre, que le llamó por teléfono el 3 de abril de 2003 para comunicarle que una doctora de la Jiménez Díaz estaba agrediendo a sus compañeros. En ese mismo momento, explicó, supo que la autora del ataque "tenía que ser" De Mingo. "Al llamar al hospital, el superior de Leilah me dijo que estaba muy grave. Yo tenía una pizquita de esperanza, pensando que ojalá sólo estuviera herida, pero no fue así", manifestó.

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El mismo miedo lo había comentado Leilah previamente con su madre, Anne Marie A. F., quien afirmó ante el juez que su hija, días antes de los hechos, se abrazaba fuertemente a ella, "como si no quisiera ir a trabajar".

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