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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mal Consejo

El nuevo Consejo de Derechos Humanos de la ONU, uno de los tres pilares de la renovación mínima que salió de la cumbre de septiembre, arranca lastrado de falta de credibilidad, al haber entrado en su seno dictaduras como Cuba, China, Pakistán, Azerbaiyán o Arabia Saudí. Para tal viaje no hacían falta estas alforjas. El Consejo, que reemplaza a la Comisión de Derechos Humanos, se reunirá tres veces al año y puede convocar sesiones especiales; estará formado por 47 miembros elegidos individual y directamente (aunque con un cierto reparto por zonas geográficas) por una mayoría absoluta (más de 96 votos) de los 191 Estados de la Asamblea General.

Países como la Cuba castrista se han movido bien ante este sistema que no se puede calificar de democrático (la democracia afecta a los individuos), sino representativo. La Venezuela de Chávez logró pasar el listón con 101 votos, pero se quedó fuera. Irán ni siquiera llegó, pero no dejó de presentarse y, como los demás, hacer una defensa cerrada de "los más altos niveles de promoción y protección de los derechos humanos". Pero a la vista de los resultados, ha vuelto a pesar la realpolitik y los cambalaches diplomáticos.

Estados Unidos votó en contra de la creación de este Consejo, aunque se comprometió a colaborar. De hecho, la disolución anticipada de la anterior Comisión libró a Washington de un acusador informe sobre torturas en Guantánamo. Esta vez, EE UU no presentó su candidatura. La composición del Consejo ha mejorado respecto a la de la Comisión, al no lograrlo gobiernos como Sudán, Zimbabue, Siria o Vietnam. Pero no es lo que cabía esperar.

El nuevo Consejo sólo recuperará la credibilidad perdida antes de empezar a andar si logra condenar a los Estados violadores de derechos humanos, lo que puede conllevar la suspensión de miembro de la ONU. Pero para eso será necesario el voto de las dos terceras partes de los 191 Estados, algo previsiblemente muy difícil de conseguir. Hoy por hoy, el control de las violaciones de los derechos humanos en el mundo lo efectúan con más eficacia ONG como Amnistía Internacional o Human Rights Watch que este Consejo que acaba de nacer cojo.

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