Todos quieren ser U2

Imbuidos de esa vertiginosa velocidad que hace que los nuevos ídolos del pop brillen y se consuman antes del primer lustro de vida, los británicos Keane aparecieron por Madrid en una actuación perteneciente a la gira de promoción de su último disco, Under the iron sea, que verá la luz en junio. Vertiginosa velocidad porque hace que este trío que maravillara hace tres años con su espléndido disco Everybody's changing apenas tenga tiempo para madurar ese éxito y se vea en la obligación de confirmarlo rápidamente con otro mazazo discográfico como el de su debut. Vertiginosa, como la carrera por la pirámide cada vez más inclinada del pop británico, obligado a elegir a los sucesores de U2, auténticos reyes del mambo en la actualidad, entre Coldplay y Keane.

Pues bien, las nuevas canciones de la banda, aunque interpretadas con el mismo nivel de pasión por su excepcional cantante, Tom Chaplin, también se han visto obligadas a mutar desde el preciosismo romántico con raíz Bowie de su disco de debut a un nivel más contemporáneo, lleno de ricos añadidos en cuanto a sonido, pero quizá un poco más difícil de digerir en cuanto a rotundidad en la composición. Se podría decir que canciones, al menos a primera escucha, como Atlantic, la evocadora The iron sea o la susceptible de convertirse en himno juvenil Try again, con estar bien, no dan ese toque a la primera que sí dieron en su momento Everybody's changing, Somewhere only we know o We might as well be strangers. Todos estos temas sonaban en un buen concierto que evidenció que la semilla depositada por el grupo en estos dos años ha germinado en España.