_
_
_
_
_

Milicianos de Hamás y Fatah combaten a tiros en las calles de Gaza

Tres muertos en el enfrentamiento más violento desde la victoria electoral de los integristas

Dos militantes de Fatah, el partido del presidente palestino, Mahmud Abbas, y uno del gobernante Hamás murieron a tiros en la madrugada de ayer en Jan Yunis (Gaza), después de que ambos grupos liberaran a miembros de las facciones rivales secuestrados horas antes. Es el incidente más grave desde el triunfo islamista en las elecciones de enero. Y en ambos bandos cunde la sensación de que no será el último. Fatah digiere mal la derrota política. Y Hamás no está dispuesto a que le arrebaten por la fuerza el terreno ganado en las urnas.

Las partes ofrecieron versiones contradictorias sobre el choque de Abasan, un municipio adyacente a Jan Yunis, en el que las refriegas armadas han sido frecuentes desde hace dos meses. A las dos de la madrugada de ayer, cada facción mantenía secuestrados a tres o cuatro activistas.

Poco después, dirigentes de ambos grupos pactaron la liberación. Pero en el intercambio de cautivos comenzó un tiroteo y un islamista fue abatido y 10 personas resultaron heridas. Poco tiempo pasó para que la milicia de Hamás se cobrara venganza disparando contra un vehículo en el que viajaban afiliados de Fatah. Murieron dos de los ocupantes. Choques a balazos esporádicos se prodigaron hasta las diez de la mañana. Incluso simpatizantes de Hamás opinaban ayer que la muerte de los dos afiliados de Fatah, en respuesta al tiroteo en el que pereció uno de los suyos, era una señal de que el movimiento fundamentalista no va a arredrarse en la batalla por el poder en los territorios palestinos. Y menos aún en Gaza, su bastión.

No obstante, Jan Yunis, al sur de la franja de Gaza, ha sido el feudo de Mohamed Dahlan, uno de los mandamases del partido de Abbas, aunque Hamás logró tres de los cinco escaños en juego en los comicios del 25 de enero. Ayer a mediodía, decenas de hombres armados, uniformados o no, pululaban por la ciudad. Nadie ocultaba que el entierro de las víctimas pudiera ser escenario de más incidentes.

Ismail Haniya, primer ministro palestino, aseguró en Gaza: "He dado instrucciones al Ministerio del Interior para que tome todas las medidas necesarias para poner fin al derramamiento de sangre y que los altercados no se extiendan a otras zonas". También un portavoz de Fatah llamó a detener los enfrentamientos armados. Pero la tensión es evidente. No sólo en las ciudades y pueblos, que sufren una depresión económica aguda, sino también en los despachos oficiales. La pugna por el control de los cuerpos de seguridad y sus 70.000 policías y militares entre Fatah y Hamás es encarnizada. Abbas se resiste a ceder las riendas de la seguridad al Ejecutivo de Haniya y ha nombrado a sus fieles al frente de los organismos de seguridad. El Gobierno de Hamás ha respondido creando nuevos cuerpos de uniformados.

A pesar de que ambos políticos han mantenido varias reuniones en las últimas semanas, la violencia sigue. Pero las provocaciones parecen partir de los simpatizantes de Fatah. Lo admiten funcionarios nada proclives a las tesis de Hamás. "Si Fatah sigue creando problemas, el Gobierno puede colapsar", admite Abdelhakim Nassar, alto funcionario del Ministerio de Información.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

"Es muy probable que broten choques localizados, pero no creo que se produzca una guerra civil. Eso es para las diferentes facciones una línea roja", comenta el ensayista y politólogo Ashraf Ajrami, alérgico a los postulados fundamentalistas. No obstante, apunta que sólo un acontecimiento podría desatar la violencia generalizada. "Si el presidente Abbas tratara de descabalgar al Gobierno dirigido por los islamistas, aumentarían considerablemente las posibilidades de un conflicto. Hamás tiene muy claro que no va a aceptar pasar a la oposición después de haber vencido en las elecciones".

Tampoco parece probable que prosperen las presiones para que a corto plazo Abbas opte por la destitución del Ejecutivo, facultad que le concede la ley, y la convocatoria de nuevos comicios.

Para abundar todavía más en la confusión, un incendio se desató después del mediodía en la sede del Parlamento en Ramala (Cisjordania). Nadie resultó herido y el fuego fue extinguido, pero el presidente de la Cámara, el islamista Aziz Dauik, sugirió la presencia de manos ocultas.

Un hombre se asoma durante el incendio del Parlamento de Ramala.
Un hombre se asoma durante el incendio del Parlamento de Ramala.REUTERS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_